Después de 20 años, México logró superar un bache en el sector agroalimentario: en 2015 la exportación en este ramo fue mayor a lo que ingresó gracias a las remesas y a la venta de barriles de petróleo.
Por primera vez en las últimas dos décadas, el campo mexicano aportó buenos números a la economía nacional. La exportación de agroalimentos superó los ingresos por comercialización de petróleo, el envío de remesas y la llegada de divisas por el turismo.
Esto significa que en 2015 las exportaciones agroalimentarias alcanzaron los 26 mil 714 millones de dólares, contra las 24 mil 785 millones de dólares que entraron al país por concepto de remesas, de acuerdo con la Secretaría de Economía.
Como contexto debemos decir que durante más de 50 años las exportaciones petroleras se desempeñaron como el brazo fuerte de las finanzas públicas del país mientras el campo sumaba pérdidas. Pero el año pasado el panorama cambió. México logró ubicarse en la posición número 12 en la producción mundial de alimentos y en el lugar 13 en la producción mundial de cultivos agrícolas.
Es decir, México figura entre las naciones que más productos de su campo y agua exportan a países como Estados Unidos y el 80 % de Latinoamérica. Esto se logró gracias a la variedad y calidad de sus productos, que contribuyeron en la consecución de un superávit comercial agroalimentario favorable por 960 millones de dólares en 2015.
Nada que ver con el periodo 2005 a 2010, cuando el país no logró vender todos sus productos agroalimentarios al exterior y las pérdidas ascendieron a poco más de 3 mil millones de dólares, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
¿En dónde está el secreto?
La autoridad atribuye este incremento -equivalente al 4 % de tasa anual- principalmente a la red de tratados de libre comercio que México mantiene con 45 países y que en conjunto representan un mercado potencial de 1,462 millones de personas.
También a los acuerdos comerciales con China, país que demanda de los mexicanos la venta de mariscos, aguacate y frutos. Los precios de los granos y las oleaginosas se mantuvieron estables, los créditos bancarios se volvieron más flexibles, y Scotiabank fue una de las instituciones financieras más agresivas al colocar 40 % de su cartera en el desarrollo de proyectos agrícolas.
Otros factores que contribuyeron fueron la venta en corto de alimentos en Corea del Sur, donde agroempresarios mexicanos obtuvieron 110 millones de dólares tras participar en una feria, y el trabajo de la Agencia de Servicios a la Comercialización y Desarrollo de Mercados Agropecuarios (ASERCA), que coordinó la asistencia de agroindustriales a ocho ferias de alimentos en Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania y Rusia.
Para 2016 los números pintan igual de bien. De acuerdo con la SAGARPA, durante el primer trimestre de este año las exportaciones agroalimentarias crecieron 6.6 por ciento en términos anuales, al ubicarse en 7 mil 558 millones de dólares.
Así, las exportaciones de México en 2017 colocaron en primer lugar productos como cerveza, tomate, chiles, pimientos, sandía, pepino, limón, aguacate, cebolla, tequila y papaya; tamibién se ganó título del segundo exportador de espárragos, garbanzo, nuez sin cáscara, artículos de confitería y col, y el tercero en berenjena, aceite de sésamo, miel, fresa, espinaca, jugo de naranja, apio y café descafeinado, según datos del coordinador General de Asuntos Internacionales de la SAGARPA, Raúl Urteaga.
La perspectiva
Estas buenas cuentas han hecho al gobierno federal poner el ojo en la Península Arábiga, donde espera incrementar las exportaciones agroalimentarias en un 50 por ciento anual, hasta llegar en la siguiente década a vender productos del campo por un monto total de mil millones de dólares.
Al término de 2016, la autoridad federal espera que las exportaciones se coloquen por encima de los 29 mil millones de dólares, cifra superior a las previsiones hechas en otras ramas como el petróleo o el turismo.
No obstante estos buenos números en las exportaciones de productos agroalimentarios, investigadores como Luis Gómez, profesor de economía de la UNAM y ex miembro de la FAO, advierten que ahora se necesita satisfacer la demanda interna de productos que hoy se importan, como maíz, frijol y arroz.