La agricultura especializada llevada a los espacios urbanos es una realidad y es la solución a la creciente demanda de alimento. ¿Te ha pasado por la mente crear un huerto o en la necesidad de sembrar un ‘gran campo’ de cultivo en la ciudad? No estás sólo. Esto ya es posible, y cada vez crece más esta tendencia en el mundo. Es una de las prácticas que comparte el estudio “La economía de la agricultura vertical” del investigador de la Universidad de Stanford, Chirantan Banerjee, publicado en el Journal of Agricultural Studies y que, explica, será la respuesta para reducir el costo de traer alimentos a la ciudad.
Las nuevas tecnologías abrieron la puerta al cultivo de alimentos en lugares donde antes era imposible o muy difícil. Por ejemplo, en las ciudades, en donde existen granjas urbanas concebidas como pequeños jardines comunitarios y granjas verticales interiores pensadas en el crecimiento tridimensional de las plantas y en el máximo aprovechamiento de los espacios. Las granjas verticales, principalmente, son la nueva tendencia de la agricultura urbana para abastecer de alimentos a los consumidores locales.
Este tipo de granjas se mide en metros cúbicos, ya que las limitaciones del espacio son resueltas aprovechando las tres dimensiones: largo, ancho y, en especial, alto. En estas granjas es muy importante el control de las condiciones ambientales, así que los nuevos agricultores de ciudad deben monitorear el ‘suelo’, el entorno 360º y los rendimientos por cultivo para obtener los mejores resultados.
La tecnología está en cada detalle de las granjas de ciudad ya que necesitan trabajar con sistemas complejos de siembra y riego. Además, estos sistemas arrojan información indispensable para el mejoramiento de esta práctica en las ciudades.
A medida que los centros urbanos se extienden por la migración, también crece la necesidad de dar servicios y alimentación a estos nuevos habitantes. La dificultad de responder a sus demandas detona crecientes niveles de pobreza, de desempleo e inseguridad alimentaria, en especial en los países emergentes.
De acuerdo con especialistas de la FAO, los beneficios de las prácticas agrícolas urbanas van más allá de los aspectos medioambientales, son una solución factible para dotar de autosuficiencia social y económica a las ciudades. Impulsar esta actividad garantiza seguridad alimentaria y también abre oportunidades de empleo para la población desocupada.
CDMX, la ciudad de las chinampas
La ciudad de México es una de las metrópolis más grandes del mundo, no obstante, en delegaciones como Tlalpan, Milpa Alta, Tláhuac y Xochimilco, las actividades agrícolas siempre han sido parte de su economía. Estas demarcaciones producen actualmente maíz, frutas y hortalizas para el consumo familiar y la venta local, pero también tienen una producción a mayor escala de nopal, amaranto, avena y plantas ornamentales para los mercados cercanos.
Estas zonas demuestran cómo la agricultura puede permear en las prácticas urbanas gracias a la adaptación económica y a las innovaciones. Por ejemplo, en Milpa Alta dejaron de cultivar maíz de temporal para abrirle paso al nopal debido a que este cultivo se puede cosechar todo el tiempo. El éxito fue tal que actualmente la Ciudad de México es una de las principales regiones productoras de nopales.
Otro caso de éxito es el de Xochimilco, donde aún se conserva la agricultura de chinampa, pero también cuentan con invernaderos, especialmente para el cultivo de flores de Cempasúchil y Noche Buenas.
En las delegaciones Álvaro Obregón, Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo y Cuajimalpa el gobierno y la sociedad civil han creado espacios con talleres de horticultura, huertos urbanos, azoteas verdes y mercados alternativos en los que, junto con empresas privadas, diseñan espacios para cosechar sus propios alimentos. Si quieres conocer más al respecto, revisa los calendarios y horarios en la página de la SEDEMA.
Estas prácticas demuestran que con la tecnología adecuada, la agricultura puede estar en cualquier parte, incluso en las ciudades, ayudando con el objetivo de tener alimento para toda la población e impulsar el desarrollo económico y social.
Con información de Futurism.com y FAO.