No todos los que viven en una megalópolis pueden acceder a la comida de la misma manera que requieren. Una mejor planeación urbana podría ayudar a que esto cambiara.
Del campo viene la mayoría de los alimentos que consumen los pobladores de una urbe: desde distintos puntos de cada país llegan las hortalizas y los cereales, la leche y el pescado y, desde tiempos muy remotos, es en los mercados de abasto donde se concentra la comida.
Sin embargo, megalópolis como Ciudad de México, Sao Paulo o Beijing tienen problemas para hacer llegar la comida a toda su población de manera adecuada y en poco tiempo.
En México la Central de Abasto mueve miles de millones de dólares al año y distribuye la comida para alimentar a Ciudad de México y al resto del país. Pero llegar a la Central no es una tarea fácil para mucha gente por el caos de la ciudad.
En la urbe hay zonas mal comunicadas, de difícil acceso y que no proveen a sus vecinos herramientas para desplazarse rápidamente. Para ellos, la solución han sido los mercados sobre ruedas o la distribución en recauderías y pequeñas tiendas de abarrotes.
De aquí se desprenden dos problemas. El primero es que los alimentos son más caros si no son muy accesibles (porque un tercero los selecciona, transporta y exhibe); esto encarece los productos que casi siempre paga el que menos tiene, al tiempo que disminuye la demanda. El segundo es que muchos alimentos que estaban destinados a un público muy amplio —millones de papayas para Ciudad de México, por ejemplo— no llegan a él y se echan a perder en bodegas y almacenes (o en el transporte), convirtiéndose en una pérdida muy grande en términos económicos y sociales.
Los problemas de acceso a los alimentos en las grandes urbes son un dolor de cabeza mundial que dificulta la seguridad alimentaria de individuos y familias, y vulnera uno de los derechos fundamentales de todas las personas. Una mejor planeación urbana, una distribución más homogénea de los servicios que proporcionan los barrios y del tipo de instalaciones que hay en ellos, acercará la comida a quienes la requieren en poco tiempo y sin que haya mermas, pérdidas o desperdicios. Todas las ciudades, incluyendo las megalópolis, están a tiempo contener su crecimiento, ordenarlo y hacer lo posible por garantizar el acceso de comida a todas las personas.
Referencias
El reto de alimentar a las ciudades
Sobre la alimentación en las ciudades, FAO
Acercar el campo a la urbe. Justicia alimentaria