Reconocidas universidades de México han sumado la biotecnología como parte de sus investigaciones más importantes, por las aplicaciones que tiene para el tratamiento de enfermedades, el desarrollo de cultivos y alimentos mejorados, la generación de plásticos biodegradables, aceites vegetales y biocombustibles, y la protección del medio ambiente a través del reciclaje, el tratamiento de residuos y la limpieza de sitios contaminados por las actividades industriales.
Los bienes y servicios que genera la biotecnología van desde la insulina genéticamente modificada (que es de gran ayuda para los enfermos de diabetes), una copa de vino tinto, un jitomate que no se echa a perder tan pronto, o hasta granos de arroz vitaminados que ayudan a alimentar a los más pobres del planeta.
En diversas universidades de México se ofrece esta carrera y en años recientes se ha creado una importante red de centros de investigación en nuestro país, que suma alrededor de 30. La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) son los principales impulsores.
Las universidades que encabezan el desarrollo, estudio e investigación de la biotecnología en México son la UNAM, el IPN y la Universidad Autónoma Metropolitana plantel Iztapalapa. Sin embargo, están también la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, la Universidad Autónoma de Chapingo, el Colegio de Posgraduados de Chapingo, el Centro de Investigaciones Científicas de Yucatán, la Universidad Autónoma de Nuevo León, el Instituto de Investigaciones Forestales y Agropecuarias, y el Centro de Investigación Científica y Educación Superior de Ensenada, Baja California.
Incluso estados como Morelos, Guanajuato, Jalisco, Ciudad de México y Nuevo León se han convertido en bioclústers por su especialización en biotecnología, de acuerdo con ProMéxico. Los bioclústers son concentraciones de empresas, organizaciones, proveedores especializados, servicios y organismos reguladores asociados a un determinado sector que compiten y cooperan entre sí.
México es la cuarta región del planeta más rica en biodiversidad y el Instituto de Biotecnología de la UNAM está consciente de ello: “Tenemos animales, plantas, insectos y microbios que no existen en ningún otro lugar del planeta y que son recursos renovables que deberían permitir plantear estrategias, con la aplicación de la biotecnología moderna, para su uso racional con beneficios económicos importantes para México” (Francisco Bolívar Zapata, coordinación de la Investigación Científica, UNAM).
La humanidad ha crecido de manera desproporcionada, y hay riesgo de que los recursos naturales no alcancen o empiecen a escasear. Hay que tener y crear conciencia del consumo, pero la biotecnología, en el tema alimentario, está ahí para producir mejores soluciones que la agricultura industrial y los métodos tradicionales.