Saber cultivar un alimento no sólo te pone en contacto con la naturaleza, también te hace más consciente respecto a por qué tenemos que cuidar el planeta.
El planeta es finito, no hay manera de crear más tierra dónde sembrar, ni más espacio dónde viva la gente y nos lo han repetido hasta el cansancio. ¿Pero qué podemos hacer para empezar a cuidar nuestra casa?
Si ya cuidas el agua, evitas el desperdicio de alimentos y separas la basura, tu siguiente paso es un huerto urbano. No importa del tamaño que sea, estos huertos son una manera de ayudar al planeta por los siguientes beneficios, de acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo:
- Promueven la biodiversidad: las plantas se relacionan entre sí y con los insectos, lo que posibilita el desarrollo de la fauna y flora local.
- Reducen las islas de calor (aumento de la temperatura por la pavimentación y las edificaciones en las ciudades): el agua presente en las plantas y la propia tierra de cultivo hace que el huerto absorba el calor, reduciendo las fluctuaciones de temperatura.
- Absorben el ruido: a diferencia del cemento, las plantas consiguen absorber los sonidos sin reverberar.
- Mejora la calidad del aire: de noche las hojas hacen la fotosíntesis, liberando oxígeno.
- Permiten el uso y reuso de materiales: para hacer un huerto urbano puedes aprovechar botellas de pet, cajas de madera, alambres, tubos de PVC y botes de aluminio, que contribuyen a crear conciencia a través del reciclaje.
- Puede convertir los desechos en un recurso productivo: esto implica políticas públicas y capacitación, pero de entrada podemos aprender a hacer composta y tratar las aguas residuales de nuestras casas para usarlas en el huerto. La FAO ayuda a capacitar a los productores de hortalizas para la manipulación segura de aguas residuales y la selección de los cultivos adecuados. En América del Norte, por ejemplo, las ciudades acostumbran reciclar los desechos orgánicos y ofrecerlos a los ciudadanos como composta para los huertos. En Gaza y Cisjordania, la FAO introdujo unidades de tratamiento económicas que permiten a la población regar sus jardines y huertos con el agua que se utiliza en cocinas y regaderas.
- “Conforme aumenta la competencia por el agua en las ciudades”, explica la FAO, la planificación urbana tiene que incorporar la reutilización de aguas residuales para la horticultura. Una opción prometedora para las ciudades en desarrollo es la creación de estanques de estabilización poco profundos que utilizan algas y bacterias para eliminar los patógenos y conservar los nutrientes”.
- Aprendemos sobre sustentabilidad: los beneficios que aporta un huerto nos conectan con la necesidad de cuidar el planeta para la siguiente generación. Debemos ser capaces de dejar este mundo mejor de lo que lo encontramos.
- Te integras con la naturaleza: ver una planta crecer aumenta el contacto con el ritmo natural del planeta y permite empatizar con sus necesidades. Digamos que ya no tan fácil tirarías la basura en la calle.
- Promueve la convivencia vecinal: qué más se puede pedir en ciudades donde ni siquiera conocemos al del departamento de al lado. El huerto se puede convertir en un espacio público ideal para el encuentro comunitario.
Y ya para cerrar el círculo de beneficios que implica sembrar un huerto urbano en casa, están los personales, como reducir el estrés con el simple hecho de dedicar espacio y tiempo a compartir con la familia –y con la naturaleza– en esta actividad.