La agricultura urbana en la Ciudad de México incluye la producción de floricultores con técnicas ancestrales, algo que podemos ver con la nochebuena de Xochimilco, demarcación que se caracteriza por sus canales, sus trajineras y su gran tradición en el cultivo de flores y plantas.
Los primeros pobladores cultivaban en chinampas, un método mesoamericano que consistía en la creación artificial de espacios para sembrar hortalizas. Esta tecnología es tan relevante a nivel global que en 1987 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró como Patrimonio de la Humanidad a sus canales y sus chinampas.
Los floricultores de la zona ya no cultivan en chinampas en la actualidad, pero encontraron nuevas opciones y técnicas más rentables como los invernaderos, en donde pueden potencializar sus producciones.
Este es el caso de El Rinconcito, floricultores de la ciudad de México desde hace más de 20 años. Sin importar cuál sea la fecha, en este lugar encontrarás flores dependiendo de la temporada, aunque la más importante para ellos es la nochebuena, ya que la producen en 14 diferentes colores.
Una Navidad que comienza en mayo
“Todos los que vendemos [nochebuenas] en Xochimilco compramos esquejes en Cocoyoc, Morelos. Esas son las plantas madre que van a ser las que enraícen para el fin de año” explica Carlos Saavedra, encargado del invernadero.
Se conoce como esqueje al retoño de una planta que se injerta en la tierra para reproducir o multiplicar la planta. En el caso de la noche buena, son tallos de tres a siete centímetros que siembran en mayo para que estén listos en invierno.
La tarea continúa con un proceso de pigmentación que se da naturalmente en Morelos, pero que en Xochimilco se hace a través de técnicas de invernadero.
“Para la pigmentación de la nochebuena tapamos con plástico negro porque no hay suficiente calor al natural. Así se ‘duerme la planta’, dándoles sólo 5% de luz”, explica Carlos.
Este no es el único reto que el clima les impone, sin embargo, gracias a que las estructuras del invernadero son manejables, los floricultores de El Rinconcito pueden vencer las granizadas, los vientos fríos y hasta la ‘helada negra’.
“En temporada de lluvia ponemos mallas antigranizo. Si el viento es muy frío cubrimos las macetas que están más cerca de dónde viene el aire con una tela delgada llamada agribón. Y si cae ‘helada negra’ cubrimos con una malla extra y cerramos desde la tarde para que mantenga el calor por más tiempo”, detalla Carlos.
De esta forma, su producción no se ve afectada y pueden abastecer a sus compradores en los mercados locales y en otros estados.
En México, la producción de nochebuenas genera más de 3,000 empleos directos y 23 millones de dólares al año. La planta es originaria de aquí y se producen alrededor de 30 variedades, pese a esto, nuestro país aún no es un exportador de esta flor.
El problema al que se enfrentan es que son poco competitivos frente a países como Estados Unidos, Francia, Noruega, Austria y Alemania, quienes tienen variedades genéticamente modificadas cuyo costo de producción es muy bajo.
Para solucionarlo, investigadores del Campo Experimental de la Facultad de Ciencias Agropecuarias en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos están experimentando para generar variedades nacionales.