La creciente demanda de alimentos para los próximos 30 años no podrá satisfacerse sin la contribución de los pequeños productores, responsables del 80 % de la producción mundial. De ahí la importancia de garantizar su progreso.
Hace tres años la comunidad internacional se comprometió por escrito a erradicar el hambre y la pobreza en un plazo de 15 años, con la aprobación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
El cumplimiento de este objetivo, de acuerdo con la FAO, depende del progreso de las zonas rurales y del apoyo que los países brinden a los pequeños productores, responsables del 80% de la producción mundial de alimentos.
¿Cómo lograr esto?
La edición 2017 del informe El estado mundial de la agricultura y la alimentación de la FAO propone tres rutas para lograr esta transformación rural:
1. Garantizar la participación de los pequeños productores en la producción de alimentos para las zonas urbanas, a través de medidas normativas que permitan su acceso a los insumos, fomenten la adopción de enfoques y tecnologías sostenibles desde el punto de vista ambiental, incrementen el acceso al crédito y los mercados, faciliten la mecanización agrícola, revitalicen los sistemas de extensión agrícola, fortalezcan los derechos de tenencia de la tierra, garanticen la igualdad en los contratos de suministro y refuercen las organizaciones de productores en pequeña escala. De acuerdo con la FAO, las políticas e inversiones públicas de apoyo “son un pilar fundamental de la transformación rural inclusiva”.
2. Desarrollar la agroindustria y la infraestructura necesaria para conectar las zonas rurales con los mercados urbanos como carreteras rurales, redes de suministro eléctrico, instalaciones de almacenamiento y transporte refrigerado. Esto permitiría la creación de puestos de trabajo en las economías locales, en especial para mujeres y jóvenes, lo cual mejoraría los ingresos y respaldaría los avances generales en materia de nutrición, salud y seguridad alimentaria, considera el informe.
3. Fortalecer las conexiones físicas, económicas, sociales y políticas entre los pequeños centros urbanos y sus zonas rurales circundantes, toda vez que las redes territoriales de ciudades pequeñas y pueblos representan importantes puntos de referencia para la población rural por ser los lugares en los que compran sus semillas, envían a sus niños a la escuela y acceden a la asistencia médica y a otros servicios.
En opinión de la FAO, en voz de su director general, José Graziano da Silva, “los pequeños campesinos no pueden seguir siendo considerados como parte del problema del hambre. Son una parte importante de la solución y son cruciales para promover la agricultura sostenible y la gestión de nuestros recursos naturales”.
Como parte de la estrategia para alcanzar la meta, en México los pequeños productores reciben apoyos gubernamentales como el Programa de Incentivos para Productores de Maíz y Frijol, que apoya a las entidades marginadas, y de organismos internacionales como el Proyecto Forestal Comunitario de México del Banco Mundial, que ayuda a las comunidades indígenas que poseen bosques a mejorar la gestión y conservación de sus recursos y a generar, de forma sostenible, fuentes alternativas de ingresos.
Referencias
El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2017
La agricultura familiar es parte de la solución del problema del hambre (FAO)
Los pequeños agricultores necesitan más apoyo público
Las cooperativas agrícolas son clave para reducir el hambre y la pobreza