80.67% de la demanda nacional de algodón se satisface con la producción interna, sin embargo, este cultivo estuvo a punto de desaparecer. Gracias a la biotecnología, muchas familias de agricultores del norte del país continúan con esta labor que beneficia a la economía nacional y al medio ambiente.
En 2018, de acuerdo con el cierre agrícola productivo, el estado mexicano con más producción fue Chihuahua seguido de Baja California y Coahuila. En total, en el país se cosecharon 218,673 hectáreas con un rendimientos de 7.4 pacas por hectárea, es decir, una producción de 1,608, 539 pacas.
En 2016 se sembraron 104,587 hectáreas y para este año la producción de algodón mexicano fue de 487,914 toneladas convirtiéndolo en el 13º productor a nivel mundial.
También en este año, 93.07% del total de la producción se destinó a la industria y sólo 2.28% a las exportaciones. A pesar de esto, las transacciones internacionales se han incrementado, especialmente con Estados Unidos, España y Arabia Saudita; por otro lado, para el desarrollo del mercado las autoridades de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo rural esperan consolidar la relación comercial con Australia y con países europeos.
Más y mejores empleos
El algodón es cultivado con el objetivo de consumo de fibra textil, lo que hace que en la cadena de producción se vean involucrados diferentes actores que van desde los agricultores hasta los textileros. Asimismo, la semilla de algodón se utiliza para producir aceites de origen natural, glicerina, fertilizante y su cáscara se aprovecha como complemento de forrajes.
De acuerdo con el Análisis de la cadena de valor en la producción de Algodón en México que realizaron en conjunto la FAO y la entonces SAGARPA (hoy Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural), México fué un importante exportador mundial en la década de los 60 pero, a partir de los 70 el cultivo perdió presencia y apoyo convirtiendo al país en uno de los principales importadores del commodity.
Con el crecimiento del interés del mercado mundial en el algodón, las autoridades mexicanas otorgaron los permisos de uso comercial de semilla transgénica lo que aumentó los niveles de cosecha de los productores. Actualmente, la actividad algodonera mexicana, da empleo a millones de personas, sólo en 2010 más de 15 millones de jornaleros se ocuparon en este cultivo, sobre todo en los estados de Chihuahua, Coahuila y Baja California.
Ahorro en la producción
Las plagas y los insectos son los principales obstáculos para el algodón ya que pueden crear mermas de hasta 15%. De acuerdo con la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD) más de 1,300 especies diferentes de plagas de insectos atacan al cultivo.
Esto provoca altos costos de producción ya que puede requerir hasta 14 aplicaciones con altas dosis de activos dañinos para la fertilidad del suelo. Es por eso que muchos países han elegido el uso de biotecnología aplicada en el algodón para hacer modificaciones genéticas que los hagan tolerantes a herbicidas y resistentes a insectos.
Por otro lado, el consumo nacional reduce significativamente el costo porque la cadena de distribución es más corta y no requiere de grandes cantidades de combustible para transportarse. Esto no sólo ayuda a reducir la huella de carbono, sino que reduce los precios de lo producido localmente.
Asimismo, las familias que se benefician del cultivo reciben sus ganancias sin intermediarios, lo que mejora la economía nacional haciendo que el dinero fluya internamente.
Acciones en pro del ambiente
Como cultivo transgénico el algodón permite cambios en las prácticas agrícolas que disminuyen los gases de efecto invernadero. Esto se debe a que las variedades no transgénicas de algodón requieren de mayores cuidados del cultivo y más uso de maquinaria.
Por el contrario, los cultivos GM incrementan los rendimientos y permiten a pequeños agricultores grandes producciones en espacios de tierra reducidos. Sin contar que esta tierra es más fácil que se recupere para seguir sembrando.
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