Nos lo han dicho hasta el cansancio los nutriólogos, endocrinólogos y expertos de la salud: somos lo que comemos. ¿Entonces por qué no entendemos? La pesadilla ya llegó a las generaciones que hoy representan la vida más productiva del país, lo cual trae problemas de salud y financieros.
El sobrepeso y obesidad de esta generación se debe al alto consumo de azúcares y grasas contenidas en refrescos, botanas, hamburguesas, hot dogs, nachos, entre otros alimentos. O sea, la comida rápida que se consume porque no da tiempo de sentarse a comer un lunch preparado en casa y masticado correctamente. No en balde México es el segundo país en el mundo con más gente obesa.
De hecho, los millennials son los que demandan más productos alimenticios, de acuerdo con datos de Jennifer K. Nelson, nutrióloga de la Clínica Mayo. Más allá de no tener un control sobre la comida, el problema detona en una cadena negativa que acaba por dañar al planeta: si una persona come más, demanda mayores productos y por consecuencia se requiere producir mayor cantidad de alimentos.
Y si no lo crees, echa ojo a estos datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) y averigua cuanta agua se ocupó para llevar el desayuno a tu mesa:
* 1 kilo de carne requiere 15 mil litros de agua que debe consumir el animal * 1 kg de queso necesita 5 mil litros de agua * 1 kg de carne de pollo requiere 3 mil 900 litros de agua * Una taza de té necesita 35 litros de agua * Una taza de café requiere 140 litros de agua * Un tomate necesita 13 litros de agua * Una manzana necesita 70 litros de agua * Un huevo necesita 135 litros de agua.
Sandra Martínez Alcaraz, coordinadora del área de Nutrición de la Universidad del Valle de México (UVM), explica que la solución radica no sólo en poner a dieta a los millennials (y al resto de la población que contribuye a la demanda de alimentos), también se puede echar mano de la tecnología:
- Ofreciendo mejores semillas para mejorar el rendimiento de los cultivos
- Desarrollando nuevas prácticas agronómicas, capaces de impulsar grandes aumentos en rendimiento y productividad
- Mejorando y conservando la fertilidad y la productividad de la tierra agrícola
- Mejorando la calidad de vida de los agricultores y, por ende, de la sociedad que consume sus productos (o sea, todos)
¿Y tú ya checaste qué tanto demandas de los recursos del planeta?