No queremos asustarte, ni que te vuelvas 100 % carnívoro o vegano, o que consideres la opción de no tener hijos para no tener que preocuparte de más. Todavía faltan 34 años para que lleguemos al 2050, pero la máxima autoridad agroalimentaria, la FAO, ya lo advirtió: ¿Cómo nos vamos a alimentar si para esa fecha la producción de alimentos no ha aumentado entre el 70 y el 100 % que se requiere para cubrir la demanda mundial?
El tema es una bomba de tiempo y es aquí cuando sale a colación el tranquilizante caso de México y su valiosa aportación al tema. Para ir al grano: hace poco más de seis mil años nuestros ancestros domesticaron el Teosinte y lo transformaron en el maíz moderno. Y nos dieron la clave para trabajar en la solución para evitar una posible hambruna.
¿Qué hicieron los mayas? Al ver el rápido crecimiento de su población, se anticiparon a una posible catástrofe alimentaria y colapso económico frente a otros pueblos y buscaron una solución en los adelantos tecnológicos de su era: manipularon genéticamente al Teosinte durante años para garantizar el abastecimiento del futuro maíz y posteriormente se convirtieron en los principales comercializadores de este vegetal.
¿Cómo lo hicieron?
Los botanistas Edward S. Buckler y Natalie Stevens, en su libro Maize origins, domestication, and selection, explican que los mayas empezaron por elegir los mejores ejemplares del Teosinte. Por ejemplo, sembraban los granos más grandes, más blandos, o las mazorcas con mayor número de granos que no se cayesen. El resultado de la cosecha era una variación genética suficiente para permitir extender el cultivo al mayor número posible de territorios, desde los trópicos hasta los altiplanos andinos.
Esta aportación dio lugar a distintas variedades de plantas mejoradas con éxito. El proceso fue largo, pero de esta manera se anticiparon al futuro, no sufrieron desabasto y hoy el maíz es el producto básico más importante de la dieta de los mexicanos y del 70 % de América Latina.
Para los mayas era de suma importancia desarrollar al maíz porque proporcionaba el justo aporte de carbohidratos, que junto con el frijol (vegetal con alto grado de proteína) complementaba la alimentación para enfrentar las duras tareas agrícolas de ese entonces.
Revolución tecnológica
Lo que los mayas desarrollaron empíricamente, a empresas como Monsanto les ha costado 10 años de investigación para lograr el mejoramiento del maíz.
La empresa agrícola desarrolló, a través de la siembra y cosecha (como lo hacían nuestros ancestros), una nueva variedad de maíz denominado braquítico (mazorca de menor altura). El proyecto fue desarrollado en México para un área específica del Pacífico y es resultado de la cruza de diferentes granos que se seleccionaron por sus fortalezas genéticas. La estrategia forma parte del reto para duplicar el rendimiento del maíz en 30 años.
Lo que se consiguió fue mejorar la genética del maíz e incrementar 20 % el rendimiento del grano, el cual es más resistente al acame (es decir, la inclinación que sufre el tallo de la planta), factor que ayuda a disminuir su altura e impedir que el viento las tire y manche, o pudra las mazorcas.
Esta variedad de maíz no es un transgénico; se trata de una modificación genética tradicional y por lo mismo no se encuentra bajo regulación del gobierno mexicano, aclara Eduardo Pérez Pico, director de Asuntos Regulatorios de Monsanto. La empresa distribuirá 70 bolsas de esta nueva variedad de maíz entre 10 productores sinaloenses que han aceptado sumarse al proyecto.
Hacen súper maíz
La buena noticia pensando en el 2050 es que Monsanto no es la única empresa interesada en la modificación natural del maíz. La Universidad Autónoma de Chapingo (UACh), campus Morelia, también realizó un proyecto similar con maíz Chalqueño y Tuxpeño.
La investigación del científico de la UACh, José Alfredo Carrera, se basó en la cruza de maíz Chalqueño con líneas de menor altura (braquítico) que ayudó a disminuir la longitud de entrenudos del tallo y con ello el tamaño de la planta.
Desde su perspectiva, los agricultores de escasos recursos serán los más beneficiados, quienes aún siembran maíces con plantas de tres y cuatro metros de alto. Los siguientes beneficiados seremos los consumidores.