En las últimas décadas, la preocupación por la seguridad energética y el calentamiento global hizo que la comunidad internacional recordara una fuente de energía que había dejado en un segundo plano y que hoy es una alternativa para hacer frente al uso indiscriminado de combustibles fósiles: los biocombustibles.
A principios del siglo XX se consideró utilizarlos para mover los recién inventados automóviles, pero el descubrimiento de grandes yacimientos de petróleo los mandó al olvido ante la posibilidad de obtener gasolina y diesel a bajos precios durante décadas. Actualmente, de acuerdo con la FAO, en muchas partes del mundo la leña, el carbón vegetal y el estiércol,son formas tradicionales en las que se pueden obtener la energía biocombustible, ya que aún representan importantes fuentes de energía de uso doméstico, principalmente.
Pero, ¿cómo se produce la energía biocombustible?
Al igual que los combustibles fósiles, la energía biocombustible se obtiene a partir de la biomasa (materia orgánica) extraída de plantas y animales, y se usan para generar electricidad, calefacción y mover el transporte. La diferencia es que son renovables y no contaminan.
Los biocombustibles se pueden extraer de productos forestales, agrícolas y pesqueros o desechos municipales, así como de subproductos y desechos de la agroindustria, la industria alimentaria y los servicios alimentarios, gracias a tecnologías de conversión más avanzadas y eficientes. Sus materias primas son principalmente caña de azúcar, maíz, trigo, colza, aceite de palma, piñón, pasto varilla o aguja y sauce, entre otros cultivos.
Pueden ser sólidos (como la leña, el carbón vegetal y los gránulos de madera), líquidos (como el etanol, el biodiésel y el aceite de pirólisis) o gaseosos (como el biogás), y el proceso para obtenerlos hace que se dividan en primarios (sin procesar) y secundarios (procesados).
Tipos de energía biocombustible
Los biocombustibles primarios, como la leña, las astillas y los gránulos de madera, son aquellos en los que el material orgánico se usa esencialmente en su forma natural (tal como se han recogido). Este tipo de biocombustible es de combustión directa y en general se usa para satisfacer la demanda de combustible para cocinar o generar calefacción o electricidad en aplicaciones industriales en pequeña y gran escala.
Los biocombustibles secundarios en forma sólida (carbón vegetal), líquida (etanol, biodiésel y biopetróleo), o gaseosa (biogás, gas de síntesis e hidrógeno) pueden usarse en un número mayor de aplicaciones, como el transporte y procesos industriales a altas temperaturas.
Actualmente varios países del mundo ya utilizan distintas clases de biocombustible. Brasil, por ejemplo, ha fabricado etanol a partir de la caña de azúcar y algunos vehículos funcionan con etanol puro y no como aditivo a los combustibles fósiles, como ocurre en Estados Unidos con la gasolina. En tanto el biodiesel, un combustible similar al diesel pero fabricado del aceite de palma, está disponible generalmente en Europa.
En México existe un proyecto para producir biodiesel a partir de los aceites de cocina usados, y aunque su recolección, procesamiento y comercialización son incipientes, un estudio de la Secretaría de Energía concluye que hay un potencial en ciudades de más de 100 mil habitantes si se alcanzara una tasa de recuperación del 10% al 30% del consumo aparente.
Referencias
Diagnóstico de la situación actual del biodiésel en México y escenarios para su aprovechamiento