El financiamiento con perspectiva de género para trabajar la tierra contribuye a la resiliencia frente al cambio climático.
Dar crédito a las mujeres rurales es una alternativa para superar la pobreza y enfrentar el cambio climático. Ésta frase se refiere a que los financiamientos que son otorgados a mujeres, contribuyen a fortalecer su autonomía, promueven su capacidad de decisión sobre recursos financieros y les dan herramientas para superar la violencia y continuar viviendo en zonas rurales.
Este debate ha llevado a analizar si es posible que un género contamine más que otro, y en principio se ha llegado a la conclusión de que la diferencia de roles entre ambos géneros influye en el cambio climático, es decir, que tanto hombres como mujeres tienen una huella de carbono. En condiciones rurales, las mujeres suelen tener derecho de uso sobre recursos renovables como cultivo de plantas y la recolección de leña, mientras que ellos tienen derechos de “uso de consumo” como ocurre con la madera, con las transacciones de la tierra y sobre el agua de riego. Esto significa que la huella de carbono de los hombres es más profunda.
El análisis Género, cambio climático y Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación (REDD+) del Colegio de Posgraduados (Colpos) sostiene que el patrón de consumo de las mujeres en el campo es más sostenible, pues utilizan los recursos reduciendo el daño ambiental, además de respetar y fomentar el bienestar de las personas, pues son las encargadas del cuidado y la alimentación de niños y ancianos.
Sin embargo, la mayoría de las mujeres no son propietarias de la tierra y por ello no pueden acceder a programas de equipamiento, infraestructura, créditos, arrendamiento y apoyos económicos por concepto de pago de servicios ambientales, y tampoco están representadas en la toma de decisiones para organizar las actividades agropecuarias.
El “Atlas de las mujeres rurales de América Latina y el Caribe”, en su capítulo sobre Cambio Climático, subraya que la principal dificultad para que las mujeres accedan a crédito es que sus actividades productivas principales están destinadas al autoconsumo y no generan ingresos monetarios directos. En Ecuador, Guatemala y México, el porcentaje de mujeres inactivas en el sector rural que desarrolla trabajos para el autoconsumo ronda en el 50%.
Los datos disponibles revelan baja cobertura para las agricultoras, aunque se registra una variación del 4% al 13% de mujeres con acceso al crédito en Perú, Ecuador, Nicaragua, Brasil y Chile, de acuerdo con el Atlas editado por La FAO.
Este organismo internacional afirma que las modificaciones ambientales impactan de manera más acentuada a las mujeres, muchas de estas dependen del ingreso de cosechas para consumo propio, es por eso que es importante darle un lugar a las mujeres rurales.
Referencias
Género, cambio climático y Reducción de emisiones por deforestación y degradación (REDD+) (Colpos).
“Atlas de las mujeres rurales de América Latina y el Caribe” (FAO)