Las mujeres representan el 40 por ciento de la mano de obra agrícola a nivel mundial y también la mejor oportunidad para garantizar la seguridad alimentaria.
El papel que la mujer ha desempeñado en el desarrollo del campo mexicano no ha sido lo suficientemente documentado, reconocido, ni retribuido, de acuerdo con académicos y expertos en la materia. Los pocos datos oficiales que existen al respecto revelan una posición de desventaja que podría revertirse a través de esfuerzos institucionales y políticas públicas, varios de ellos en marcha.
La Encuesta Nacional Agropecuaria del INEGI es uno de los escasos estudios donde se aportan algunos datos en el caso de México: del total de productores que hay en el país, el 85 por ciento son hombres y el 15 por ciento son mujeres, condición que ha ido a la baja desde 2008 cuando representaban el 25.6 por ciento.
De ese 15 por ciento de mujeres al frente de una unidad de producción o terreno cultivable, no todas son propietarias de las tierras que producen. Quienes son propietarias lo son de facto ante la ausencia del esposo por migración, o bien porque las recibieron por herencia y no por la adquisición por vía del mercado o a través de dotación por parte del Estado.
A esto hay que sumarle que del total de mujeres que trabajan en el campo, sólo el 13 por ciento recibe un salario por ello, que el 60 por ciento de las unidades productiva encabezadas por mujeres se encuentran en zonas de alto grado de marginación, y que ellas conforman el grupo con menor o ningún grado de escolaridad entre los productores y trabajadores del campo, de acuerdo con el INEGI.
Ante esta situación de desigualdad, presente en la mayoría de los países en desarrollo, la FAO ha propuesto una serie de acciones para reivindicar el papel de la mujer como “usuaria y protectora de la agro-biodiversidad” en el mundo.
“El decisivo papel de la mujer como proveedora y productora de alimentos le vincula directamente al manejo de los recursos genéticos; no en vano, largos siglos de experiencia práctica le dotaron de un singular bagaje de conocimientos y capacidad de decisión en materia de especies y ecosistemas locales”, indica la institución.
Entre las propuestas de la FAO para reconocer a la mujer como una protagonista decisiva en los problemas del campo y la autosuficiencia alimentaria, al representar el 40 por ciento de la mano agrícola a nivel mundial, se encuentran:
- Reconocimiento de su papel, responsabilidad y contribución.
- Reconocimiento y valorización de sus conocimientos, capacidades y prácticas, así como sus derechos.
- Instrumentar políticas agrícolas adecuadas y equitativas de incentivos para lograr el uso sostenible de los recursos.
- Potenciar el acceso de la mujer campesina a la tierra y el agua, a la educación, extensión, capacitación, crédito y tecnología apropiada, y facilitar su participación como socias en la toma de decisiones y como beneficiarias.
De acuerdo con la FAO, “la aplicación de estos puntos facilitará la provisión de apoyo a los distintos actores, protegerá los intereses de los hombres y las mujeres locales, reforzará la seguridad alimentaria y posibilitará el desarrollo y realización de programas efectivos, duraderos y equitativos de agro-diversidad”.
Referencias:
http://www.fao.org/docrep/009/a0493s/a0493s03.htm
http://www.fao.org/FOCUS/S/Women/Biodiv-s.htm