Pequeños y medianos agricultores gestionan la mayor parte de las tierras agrícolas del mundo (del 70% al 80%) y producen la mayor parte de los alimentos (más del 80%), de acuerdo con la FAO.
Se trata de 570 millones de explotaciones familiares (parcelas o ejidos en México) que requieren innovación tecnológica para garantizar “la seguridad alimentaria, la reducción de la pobreza y la sostenibilidad medioambiental a nivel mundial”.
¿Cómo? A través de plantar nuevas variedades de cultivos, combinar prácticas tradicionales con nuevos conocimientos científicos, aplicar nuevas prácticas integradas de producción y postcosecha, además de participar en los mercados de formas nuevas y más rentables.
Según el informe sobre “El estado mundial de la agricultura y la alimentación, 2014: Innovación en la agricultura familiar”, esta innovación debe ir acompañada de políticas públicas que sean acordes con las circunstancias específicas a las que se enfrentan los diferentes tipos de hogares agrícolas, en función de su tamaño y en qué país se encuentran.
A nivel mundial, las explotaciones agrícolas familiares de menos de una hectárea representan el 72% del total, pero controlan solo el 8% de las tierras agrícolas, mientras que 1% de las explotaciones tiene una superficie de más de 50 hectáreas y controlan el 65% de las tierras agrícolas del mundo. Muchas de estas explotaciones grandes y muy grandes pertenecen a una familia que las hace funcionar. No obstante, los rendimientos de los cultivos agrícolas de las explotaciones pequeñas y medianas suelen ser mayores por hectárea que los de las fincas más grandes, porque gestionan los recursos y utilizan la mano de obra de forma más intensiva, explica la FAO.
Estos grupos agrícolas familiares necesitan disponer de sistemas de investigación, servicios de asesoramiento, organizaciones de productores y cooperativas que sean inclusivos, e instituciones de mercado para mejorar su producción, sin afectar la sostenibilidad del medio ambiente, la ordenación de los recursos mundiales y la seguridad alimentaria.
De acuerdo con el informe de la FAO mencionado anteriormente, los “esfuerzos públicos para promover la innovación en la agricultura para las explotaciones familiares deben centrarse en proporcionar investigación, asesorías, infraestructuras e instituciones de mercado inclusivas, que el sector privado por lo general no es capaz de ofrecer”.
Y pone de ejemplo la investigación agrícola aplicada a cultivos, especies de ganado y prácticas de ordenación importantes para los pequeños agricultores, como “un bien público” al que debería otorgarse prioridad. “Un entorno favorable para las organizaciones de productores y otras entidades de base comunitaria puede asimismo contribuir a impulsar la innovación en las explotaciones familiares”.