En el marco del día para celebrar a las mujeres y las niñas en la ciencia, el 11 de febrero, la trayectoria de la científica Julia Carabias es fuente de inspiración.
En diciembre de 2015 la Asamblea General de la ONU declaró el 11 de febrero como el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia, como un reconocimiento al papel relevante que las mujeres han tenido a lo largo de la historia y como parte de su agenda permanente para promover la igualdad de género y el empoderamiento femenino.
El objetivo es que cada vez haya más mujeres con las oportunidades para destacar en el quehacer científico, como Ada Lovelace, a quien se acredita el ser la primera programadora de la historia al describir con puntualidad un lenguaje para una máquina analítica en la Inglaterra del siglo XIX. O Hipatia de Alejandría, matemática y astrónoma del siglo III. O Marie Curie, pionera en el campo de la radiactividad y primera persona en recibir dos premios Nobel en distintas especialidades —Física y Química— y la primera mujer en ocupar el puesto de profesora en la Universidad de París.
México tiene una buena dosis de mujeres que se han comprometido con el saber científico, trabajando en áreas tan diversas como la salud, las matemáticas, la química, la agronomía, la biología y el medio ambiente. Y es precisamente en esta rama que nuestro país se ha destacado internacionalmente con mujeres que han hecho sonar su voz y han defendido los recursos naturales que nos pertenecen, como es el caso de Julia Carabias.
En noviembre del 2017, Carabias fue reconocida por el Senado de la República con la presea Belisario Domínguez, el máximo reconocimiento que el Congreso otorga a los ciudadanos destacados y que ha sido entregada a personajes de la talla de Jaime Torres Bodet, Rufino Tamayo, Salvador Zubirán, Griselda Álvarez y Carlos Fuentes, entre muchos otros. Hay pocas mujeres en la lista, lo que hace más valiosa su reciente entrega a Carabias.
La bióloga, activista e investigadora ha estado inmersa en el trabajo de campo realizado sobre todo en la Selva Lacandona. Su visión es clara. En 1982 escribió: “Conservar significa utilizar el recurso de modo tal que no se agote, que pueda reponerse, que no pierda su carácter de renovabilidad, es decir, que se explote racional y eficientemente, de acuerdo con las leyes de la naturaleza y las necesidades de la población”.
Julia Carabias estuvo al frente del Instituto Nacional de Ecología y de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales. Además, ha ganado el Premio Getty (2000), el Premio Cosmos (2004) que le fue entregado en Japón después de ser elegida entre 122 candidatos de 19 países, y el premio Campeones de la Tierra que otorga la ONU (2005).
La cercanía del reconocimiento a Carabias sirve como pretexto para que pensemos más en las mujeres y el papel relevante que tienen en la ciencia. Y para que tengamos presente a la conservación ambiental como uno de los pilares científicos de los tiempos que corren. Mientras más mujeres y niñas se comprometan con el estudio y el trabajo de la conservación, más fácilmente accederemos a un país justo y verde.
Referencias:
http://www.cronica.com.mx/notas/2017/1056230.html