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Huertos urbanos, una alternativa para la crisis alimentaria

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A los 21 años, desilusionada de su empleo como publicista y del pésimo estilo de alimentación que llevaba, Beatriz Alturzar empezó a sembrar arándanos, fresas y moras azules en frasquitos y botellas de plástico. Siguió con macetas, andadores y la azotea de su edificio.

Como no tenía el suficiente capital, primero utilizó la técnica de la hidroponía o cultivo de agua, con 10 plantas de brócoli que formaron parte de “El Huerto de Las Juanas”, como lo bautizó. Poco después cosechó tomates cherry, sandías bebé, tomates, zanahorias, albahaca y melones atigrados, provenientes de semillas nativas y criollas.

El gusto que le tomó a su huerto urbano la llevó a crear un blog y a emprender el camino de la agricultura al fundar greenBE. Siete años después, su página es considerada por la comunidad de hortelanos citadinos como una de las mejores con contenidos del tema en español.

Y no es para menos. En Francia, Inglaterra y Estados Unidos, por ley ya se permite a cualquier ciudadano cultivar comida saludable en cualquier espacio público de la ciudad, para proteger jardines y promover actividades ecológicas. En México no existe una norma similar, pero eso no ha impedido a emprendedores como Beatriz arremangarse la camisa, entrar en contacto con la naturaleza y encontrar el trabajo de su vida en una actividad que se ha vuelto tendencia los últimos cinco años.

Para el presidente de la asociación Agricultura en Calle, Antonio Guerra, este movimiento ha generado nuevas plazas de trabajo y una economía en escala para las familias, porque muchas personas han encontrado en la producción de sus propios alimentos una vía para reducir costos, alimentarse mejor y adornar su casa con vegetación, y otros más han visto la manera de crear un negocio.

Esto ya provocó un primer resultado positivo. La Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (SEDEREC) de la Ciudad de México lanzó en julio pasado un programa de orientación y apoyo con el cual se instruye a los aspirantes a hortelanos citadinos a elegir el tipo de cultivo y las semillas, plátulas o plantas con las que pueden aprovechar el espacio que tienen. Como bien explica la subdirectora de Proyectos Especiales y Vinculación Comercial de la SEDEREC, Elba Rojas, no es necesario contar con jardines ni grandes extensiones de tierra. En la azotea y hasta en el balcón se pueden cultivar tomates en un bote, hierbas aromáticas en la mitad de una llanta y chiles en botellas de pet.

Huertos urbanos, una alternativa para la crisis alimentaria

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Un negocio de alto nivel

Los huertos urbanos tienen su antecedente en la década de los 40 en Estados Unidos, donde los Victory Gardens o War Gardens producían el 40 % de los alimentos que se consumían; ante los embates de la guerra había que garantizar el alimento. En el caso de México, se ha dado un crecimiento exponencial de las prácticas urbanas de agricultura sostenible y producción de alimentos sobre todo en la CDMX, de acuerdo con un informe de la Organización para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas (FAO, por sus siglas en inglés).

 Una de las cosechas más solicitadas es la de la lechuga hidropónica, la cual se comercializa con alto valor en restaurantes gourmet a pequeña escala, para su consumo inmediato. En Guadalajara, por ejemplo, hay entre 10 y 15 negocios que se dedican a ello, según informa Juan Pedro Corona Salazar, adscrito al Departamento de Producción Agrícola del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA) de la Universidad de Guadalajara (UdeG).

Restaurantes gourmet y algunas cadenas de supermercados, como Comercial Mexicana y Walmart en sus segmentos Premium, han abierto un espacio para la compra y venta de este tipo de productos, lo que ha permitido la consolidación de pequeñas empresas que cosechan en huertos urbanos.

La demanda de estos alimentos es tan alta, que los consumidores están dispuestos a pagar “el precio justo” en un 30 % superior a su valor en el mercado, y hasta más: mientras que una lechuga en el súper cuesta entre 6 y 10 pesos, una hidropónica puede costar entre 15 y 40 pesos.

Como Araceli Alvarado, ama de casa y consumidora de este tipo de lechuga, a quien convence la ventaja de consumirla al momento sin necesidad de desinfectar y porque le puede durar fresca hasta 15 días en el refrigerador.

 

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