La agricultura es una de las actividades de producción humana que necesita de cantidades importantes de recursos naturales, tiempo y fuerza laboral para ofrecer el mejor producto, por lo que necesita apoyarse de distintas herramientas.
El herbicida es una de las tantas herramientas que usa el agricultor durante el proceso de producción para controlar las malas hierbas que crecen en competencia con sus cultivos. El herbicida más popular a nivel mundial (Roundup) tiene como principal activo una molécula llamada glifosato.
Su tipo de acción dentro de la planta es en vertical, atacando su raíz pero sin invadir el suelo, después pasa por el tallo y las hojas, esto es lo que lo hace tan efectivo.
El herbicida es de gran ayuda para mejorar las prácticas agrícolas, y con ello avanzar hacia un sector más sustentable. Gracias al glifosato se ha reducido la labranza y en consecuencia la erosión del suelo, permitiendo al agricultor sembrar las semillas directamente.
La labranza en algunas ocasiones es necesaria para arrancar desde la raíz las malezas, pero cuando son rociadas previamente con un herbicida el productor estará ahorrando tiempo, esfuerzo y/o recursos.
Expertos señalan que para evitar que algunas malezas se vuelvan resistentes al glifosato, el agricultor debe evitar aplicar grandes volúmenes del activo, así como reducir el número de aplicaciones durante la misma temporada, y optar por intercalar con un herbicida de otro tipo de acción.
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Fuentes:
Glyphosate Facts. A tool for sustainability. En www.glyphosate.eu
Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria Uruguay. “Viabilidad del
Glifosato en Sistemas productivos Sustentables”. En www.rapaluruguay.org/glifosato
Phytohemeroteca. Gestión responsable para un uso sostenible del glifosato. En www.phytoma.com