El desperdicio de alimentos en el mundo tiene muchas causas, el 70% de este se produce en el periodo de producción, almacenamiento y transporte de los alimentos; el resto es nuestra responsabilidad: restaurantes, mercados y casas en donde tiramos a la basura comida que todavía sirve.
Entre los Objetivos de Desarrollo del Milenio en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la FAO, se encuentra “reducir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos per cápita en la venta al por menor y a nivel de los consumidores, y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y distribución, incluidas las pérdidas posteriores a las cosechas”.
¿Cómo lo vamos a lograr? Desde nuestra casa también podemos contribuir a este objetivo, que además nos retribuirá en ahorro en el presupuesto destinado a la despensa: a menor desperdicio, menor gasto.
Para empezar, tendríamos que pensar en planear mejor la compra semanal, hacer una lista de menús diarios para todas las comidas que haremos en casa, incluido el lunch de los niños o el que se llevan al trabajo papá y mamá. Al hacer un menú, sabremos qué ingredientes se requieren para hacer una lista de compras muy específica en alimentos y cantidades.
A la hora de cocinar estos menús, hay que tratar de hacer la cantidad que nos vamos a comer, ni más ni menos. Y si por algún motivo sobra comida, pensar en la forma de reutilizarla: ya sea comiéndola más tarde u otro día, o usándola en otra receta, por ejemplo.
Guardar bien
Otro de los motivos para desperdiciar la comida es porque se nos “echa a perder” o su aspecto ya no es apetecible. Para reducir este problema es importante conocer la mejor manera de almacenar la comida y saber cuánto tiempo pasará antes de ponerse fea.
Un buen consejo es guardar la comida de acuerdo con la fecha de caducidad o durabilidad de esta: poner delante lo que se tiene que consumir antes. Pon la comida nueva detrás de la que ya lleva tiempo en el refrigerador. Y no te olvides de ella.
Si guardas las manzanas en el cajón del refrigerador, te duran hasta tres semanas; el aguacate, una vez maduro, puede durar unos 4 días, y si ya lo abriste, ponle unas gotas de limón y envuélvelo en papel plástico para que dure hasta dos días más.
El plátano se puede mantener a temperatura ambiente hasta por tres días, pero si vas a guardar una mitad, envuelve la punta con papel aluminio y mételo al refrigerador. Cómpralos un poco verdes para que te duren más. Si se empiezan a poner negros, no los tires, son ideales para un panqué de plátano, por ejemplo.
Carnes, pescados y otras proteínas que guardes en el congelador, bien cerradas, pueden durar hasta tres meses. Una recomendación es ponerles la fecha en las que las congelaste con un plumón en la bolsa.
El pan también se puede congelar hasta tres meses en una bolsa sellada; el de caja dura fresco a la intemperie máximo una semana. Si es bolillo, entonces hay que guardarlo en bolsa de papel y de plástico para que se mantenga crujiente, pero no más de 3 días, de preferencia. Cuando se ponga duro, rállalo para empanizar.
Otra buena opción para mantener frutas y verduras cuando están ligeramente pasadas es rebanarlas y hornearlas para deshidratarlas.
Se recomienda utilizar recipientes de vidrio o cerámica para guardar la comida, ya que se ha demostrado que el plástico interactúa químicamente con el contenido, por lo que sus compuestos pueden migrar a la comida. Además, los frascos de vidrio o cerámica no alteran el olor ni el sabor de los alimentos, y resisten mejor los cambios de temperatura
Así, la recomendación es planificar, comprar sólo lo que se van a comer, reutilizar las sobras y almacenar correctamente.