En México, estados donde casi no llueve producen más alimentos que estados donde llueve casi todo el año. Esto es así gracias a los sistemas de riego.
De acuerdo con datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y la Secretaría de Agricultura (Sagarpa), en México se cultivan 22.1 millones de hectáreas, de las cuales 6.5 millones tienen infraestructura de riego y el resto se abastece de agua de temporal.
Esto permite a Chihuahua, Sinaloa y Sonora sumar casi 2 millones de hectáreas para cultivo de alimentos a pesar de registrar una precipitación pluvial por debajo de la media nacional que es de 740 milímetros al año.
En contraste, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, donde el registro de lluvia al año supera el promedio anual del país, acumulan poco menos de un cuarto de millón de hectáreas consideradas como área de riego; el resto de los terrenos de cultivo en esa entidad se abastecen de agua de temporal.
En 2015, Sinaloa reportó 888,182 hectáreas de riego cosechadas, seguido de Sonora (585,382) y Chihuahua (524,676); en cambio, Guerrero únicamente tiene 103,258 hectáreas; Oaxaca, 87,499, y Chiapas 55,723.
En el país, la superficie de cultivo de riego es menor que la de temporal, pero su productividad es de 2.2 a 3.3 veces mayor, de acuerdo con el estudio Estadísticas del Agua en México; es decir, en esos terrenos se producen más alimentos con menor consumo de agua.
“Es fundamental buscar que la conducción y la distribución del agua de riego sea eficiente; las propuestas principales apuntan hacia la reparación, modernización y tecnificación de esos sistemas”, establece el informe Agua en México del Fondo para la Comunicación y Educación Ambiental.
El método de riego más usado es por gravedad o rodado, en el que el agua proveniente de las presas, ríos, lagos o manantiales se canaliza hacia las parcelas, pero es el que registra la mayor pérdida debido a fugas y evapotranspiración.
Por ello, tanto la FAO y como la Sagarpa recomiendan poner en marcha prácticas de conservación de áreas de recarga o fuentes de agua, captar y almacenar agua de lluvia, tecnificar el riego, promover cultivos que requieran menos agua, hacer cambios en las prácticas de cultivo y rehabilitar los distritos de riego, para lograr una producción sostenible de alimentos en los siguientes años.
El uso de técnicas agrícolas tradicionales poco sustentables como el riego por inundación ha motivado la búsqueda de procesos más eficientes, productivos y sostenibles. Un ejemplo es una investigación realizada al norte de la India que tiene aplicaciones en la península de Yucatán.
Se trata de un sistema de riego subterráneo o de fertirrigación por goteo debajo de la superficie, para ahorrar 40% de agua y 20% de fertilizante en los cultivos de trigo y arroz.
El sistema consiste en una instalación de tuberías bajo el cultivo que suministran dosis precisas de agua y fertilizante directamente en la zona radicular de la planta, lo que evita la evaporación del agua y el deslave de nutrientes como ocurre con otras técnicas. También permite la siembra en suelo seco, sin necesidad de labranza, pues ésta última también está vinculada a la erosión del suelo.
En la investigación participaron del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), el Instituto Borlaug para Asia del Sur (BISA por sus siglas en inglés), la Universidad Agrícola de Punjab y la Universidad de Thapar.
Este tipo de investigaciones son apoyadas en la península de Yucatán por el CIMMYT, a través del programa Milpa Sustentable que ayuda a los agricultores a incorporar prácticas de intensificación sustentable y de agricultura de conservación para sustituir métodos tradicionales poco amigables con el medio ambiente —como la roza y la quema— vinculados con la erosión del suelo.
REFERENCIAS
Fondo para la Comunicación y Educación Ambiental, A. C.
Conagua
Sagarpa
CIMMYT