La Organización de las Naciones Unidas estima que la población mundial aumentará en más de 2,000 millones de personas para 2050. Lamentablemente, el suelo cultivable para alimentar a la población no sólo no aumenta, sino que podría reducirse por razones de erosión y el cambio climático. Estas circunstancias obligan a encontrar soluciones para generar opciones de alimentación.
El Doctor Luis Herrera Estrella, director del Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad (Langebio) del Centro de Investigaciones y de Estudios Avanzados (CINVESTAV) de la Unidad Irapuato, asegura que una solución es comprender las formas de nutrición de las plantas.
“La disponibilidad de nutrientes en el suelo juega un papel fundamental para la agricultura. Están naturalmente presentes en el suelo, pero necesitan del apoyo de bacterias y organismos para que la planta los pueda asimilar. Además, la cosecha tarde o temprano remueve nutrientes del suelo y los tenemos que reemplazar aplicando fertilizantes para alcanzar altos rendimientos”, explica el investigador.
Es fundamental entender que no todos los nutrientes son esenciales, sólo son vitales aquellos que intervienen en la fisiología de las plantas y, uno de ellos, es el fosfato. Las plantas lo deben absorber por sus raíces, el problema es que el suelo tiene otros componentes que forman complejos que no sirven a la planta, en consecuencia, sólo puede aprovecharse de 20 a 30% del fosfato, mientras que el resto contamina los mantos acuíferos.
Los nutrientes que las plantas necesitan para su crecimiento están en la naturaleza, pero deben tomarlos de forma eficiente y usarlos en equilibrio, ya que su ausencia les causa la muerte, de ahí el interés de los agricultores de utilizar fertilizantes.
Para que todo esto no sea un problema, el director del Langebio desarrolló una solución biotecnológica para sustituir agroquímicos a base de fosfato con una modificación genética en las plantas. Con esta tecnología aplicaron el gen de una bacteria que transforma el fosfito en fosfato a cultivos de análisis de arroz, maíz y soya.
De acuerdo con la institución, el beneficio se vería de inmediato y llegaría a los bolsillos de los agricultores, pues no tendrían que adquirir tantos agroquímicos para cuidar de sus cultivos.
Este nuevo desarrollo permite disminuir el uso de fertilizantes y ayudar a crear una agricultura más sustentable. También mejora las oportunidades para el futuro, ya que el fósforo es un elemento que podría agotarse en 150 años y crear una crisis alimentaria. Por otro lado, en el Langebio han notado que esta modificación genética vuelve a las plantas más competitivas, dado que crecen más rápido que aquellas que sólo utilizan fosfato.
El período de prueba del laboratorio ya concluyó, pero aún hace falta hacer la investigación en condiciones reales las cuales se llevarán a cabo en Brasil.
Con información de Conacyt.