El oso de peluche tiene dos orígenes casi simultáneos, uno de cada lado del planeta: en Alemania y en Estados Unidos. En 1903, en una feria de juguetes en Lepizig se presentó el primero, creado por Margarete Steiff, fabricante de juguetes alemana. Fue un éxito absoluto.
Por las mismas fechas, en Estados Unidos apareció una caricatura del entonces presidente Theodore Roosevelt –a quien apodaban Teddy–. La historia cuenta que fue invitado a cazar osos, pero como no había ninguno de gran tamaño, los anfitriones soltaron a un pequeño osezno que el mandatario se negó a matar. A partir de esta anécdota, Morris Michtom fabricó un osito de peluche y lo puso en una vitrina bajo el nombre de ‘Teddy bear’, tras pedirle permiso a Roosvelt para nombrarlo así.
Ese mismo diseño ha sido adaptado a diferentes ocasiones: como regalo para un bebé, como juguete para un niño y, en estas fechas, con un corazón entre sus patas, para demostrar el amor este 14 de febrero. Hay ositos hechos de diferentes materiales: fieltro, poliéster, lana o algodón, entre otros.
Las entrañas
Para que ese osito llegue a tus manos lleva un proceso que nace desde los campos algodoneros de Sinaloa, Sonora, Baja California, Chihuahua, Tamaulipas, Coahuila y Durango, principalmente. Se dice que el algodón se considera un ‘cultivo social’, ya que genera trabajo y sustento a familias enteras en las regiones donde se siembra.
El cultivo del algodón requiere de unos cinco meses de crecimiento en un sembradío abierto a temperaturas altas –alrededor de 30 grados centígrados– porque necesita mucha luz. Se trata de una planta muy eficiente, que se aprovecha prácticamente en su totalidad: la fibra, como es sabido, es la que se usa para la producción de hilos, telas, estambres y otros textiles –y también para fabricar a Teddy bear–.
Lo que pocos saben es que además los filamentos más cortos, o la borra, se procesan para obtener fibras de celulosa y para hacer papel, cuerdas y material de relleno. Incluso la semilla se utiliza: con el aceite que se extrae de esta se hace aceite comestible, y su cáscara se usa como forraje y cama para el ganado, como abono y hasta como combustible, explica la Sagarpa.
Una vez cosechado el algodón, se lleva a las despepitadoras que separan las semillas de las fibras –las que a simple vista se ven como bolas de algodón–, que son las que después se distribuyen a las empresas textiles para la fabricación de distintos productos.
En el caso de los osos de peluche, estambre o tela, son los fabricantes de juguetes los que compran la materia prima de las empresas textiles para, finalmente, sacar al mercado esos animalitos para que parejas, amigos y familiares los den como regalo este 14 de febrero.