El suelo se erosiona por prácticas agrícolas intensivas, que impiden su regeneración, por ejemplo, no rotar cultivos o hacer aplicaciones excesivas de plaguicidas.
Los organismos mejorados requieren de menos plaguicidas—fertilizantes, herbicidas, fungicidas e insecticidas— que los convencionales, esto ayuda a que el suelo no pierda nutrientes.
De acuerdo con el estudio del Reino Unido Impactos ambientales del uso de cultivos genéticamente modificados (GM) 1996–2013: Impactos en el uso de pesticidas y emisiones de carbono, en el período de investigación se utilizaron 8.6% menos pesticidas y hubo importantes recortes en el uso de combustible para maquinaria.
Por otro lado, los agricultores producen más en un menor espacio de suelo. Por ejemplo, en Estados Unidos y Brasil, países en donde está permitida la agricultura con cultivos mejorados, se ha preservado 9 y 24% de la tierra arable, respectivamente.
Además, los cultivos tolerantes a herbicidas reducen el impacto de la agricultura a través de la adopción de labranza de conservación mejorando la salud del suelo, la retención del agua y la reducción de la escorrentía.
Beneficios de un suelo sin arar
Labrar al suelo deja al campo abierto a la erosión y libera dióxido de carbono que contribuye a los Gases de Efecto Invernadero (GEI).
El suelo, es un almacenador de carbono en el cual se encuentra, 10% del dióxido de carbono del mundo, eso es más que toda la vegetación terrestre y la atmósfera combinadas. Cuando el suelo se labra, ese dióxido de carbono se libera a la atmósfera contribuyendo al calentamiento global.
A nivel mundial, cada año se pierden hasta 50,000 kilómetros cuadrados de tierra vegetal, debido a la erosión causada por el viento y el agua. Al utilizar cultivos tolerantes a los herbicidas, los agricultores no necesitan arar el suelo y éste conserva su estructura.
Esto refuerza la idea de que los cultivos mejorados mantienen los suelos agrícolas sanos y productivos, además de reducir las emisiones de GEI.
Fuente: Agrobio México y GMO Answers