Si bien la crisis sanitaria derivada de la pandemia de coronavirus ha marcado un antes y un después en los retos que enfrentan día a día cada uno de los miembros que dan vida a la cadena de suministro alimentario a nivel mundial, actualmente hay un reto de dimensiones planetarias sin precedentes recientes y cuyo impacto comienza a ser visible:el cambio climático.
El cambio climático ya está aquí
De acuerdo con Bayer AG, actualmente la temperatura global se encuentra aproximadamente 1°C por encima de los promedios preindustriales, siendo las regiones del Ártico y las de latitudes medias de la Tierra -en las que se incluyen Norteamérica y Europa- las que presentan un calentamiento más apresurado.
La presencia de fenómenos meteorológicos extremos como inundaciones y fuertes vientos han arrasado los cultivos de grano en Norteamérica; las olas de calor y la escasez de lluvias han remodelado la agricultura en Europa, así como en el oeste de Estados Unidos. Por otra parte, las sequías y los incendios forestales amenazan incluso a los campos agrícolas más resistentes.
Otro elemento primordial en materia agrícola relacionado con el cambio climático son los patógenos responsables de las enfermedades en los cultivos. Actualmente, se calcula que cerca del 30% de las pérdidas de cultivos se deben a la presencia de plagas y/o enfermedades.
Repercusiones en el futuro
Está claro que el aumento de la temperatura de la Tierra no se produce de la noche a la mañana; sin embargo, si la tendencia climática continúa como hasta ahora, podríamos encontrarnos paulatinamente con incrementos de más de 1.5°C en las temperaturas globales.
Lo anterior sería catastrófico para la seguridad alimentaria internacional, ya que estas modificaciones climáticas traen consigo el incremento de las enfermedades en los cultivos, puesto que los cambios en el clima propician la migración a nuevas latitudes de patógenos que históricamente se han ubicado en una determinada región.
Un ejemplo de este gran riesgo es la enfermedad del enverdecimiento de los cítricos, la cual puede moverse hacia el norte a medida que aumentan las temperaturas y actualmente está costando millones de dólares a los agricultores estadounidenses.
El Acuerdo de París de las Naciones Unidas estableció los 2°C como el punto de no retorno, ya que al llegar a este umbral el 13% de los ecosistemas en la tierra cambiarían drásticamente modificando la manera en la que concebimos a la agricultura.
Se estima que al llegar los 2°C la producción de maíz en Norteamérica podría disminuir en un 18%. Si la tendencia continúa y llegamos a los 4°C, la producción de este cultivo se reduciría casi a la mitad.
Innovación agrícola: Viabilidad para el futuro
Hoy más que nunca las innovaciones en la agricultura aumentan la resiliencia de la cadena productiva y se han vuelto indispensables para la lucha contra el hambre, así como para la constante búsqueda de métodos sustentables y responsables con el medioambiente y la sociedad.
La colaboración entre agricultores, empresas y organizaciones en materia de ciencia y tecnología está abordando el cambio climático desde dos frentes:
- Los investigadores y científicos están encontrando formas de superar los efectos del cambio climático para seguir cultivando suficientes alimentos, mientras se ahorra la mayor cantidad de recursos naturales posibles.
- Los agricultores son una gran parte de la solución y atienden la causa raíz del cambio climático mediante la implementación de prácticas que protegen los suelos; al mismo tiempo evitan la emisión de carbono hacia la atmósfera.
La conjunción de estos dos frentes han dado como resultado paquetes tecnológicos, productos de sanidad vegetal y el mejoramiento de semillas que brindan a los productores grandes oportunidades de aumentar la resiliencia de sus cultivos, lo que tiene como consecuencia última que el abastecimiento alimentario sea igualmente resiliente.
Referencias: