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Claves para proteger tu huerto en cada estación

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No todos los climas son buenos para todos los tipos de cultivos. Aunque esto suena a obviedad, no siempre se toma en cuenta.

Hay algunas muy resistentes, por ejemplo, las papas, los rábanos, los betabeles, las cebollas y algunas hojas verdes. Pero la verdad es que las plantas son muy sensibles al entorno y responden de acuerdo a él. Lo mejor es planear y prepararte de forma adecuada para cada cambio de estación.

En frío: En ciertas partes de México, el frío comienza a finales del otoño y avanza hasta la primavera. Así es en la zona del Altiplano, en algunas zonas del norte y en lugares como Puebla o Tlaxcala. Para este caso las plantas de cultivo más resistentes suelen ser las aliáceas (dicen por ahí que se cuidan solas): los ajos, las cebollas, las cebollitas de Cambray, etcétera. También la lechuga, los rábanos y hasta las acelgas son buena opción para los climas fríos.

En calor: Las cucurbitáceas son plantas muy resistentes al calor. A este grupo pertenecen sandías, melones, pepinos y calabazas, entre otras, que se siembran en lugares más bien cálidos, desde Veracruz hasta Nayarit, pasando por Chihuahua. Son un grupo de plantas que parece diseñado para temperaturas altas, además resultan en un alimento refrescante por su alto contenido de agua. También las solanáceas son aptas para climas cálidos. A este grupo pertenecen los tomates, pimientos, berenjenas y chiles, entre otros, sembrados en muchos puntos del territorio nacional. Suelen estar en su mejor momento en la cúspide del verano y resultan refrescantes.

Claves para proteger tu huerto en cada estación

En lluvia: Dependiendo del mes en que se dé la temporada de lluvias, es posible tener algunos vegetales o plantas que den frutos. Las coles son resistentes a la lluvia y viven bien en ella, los ajos también sobreviven el agua sin mucho problema, al igual que algunas hierbas de olor. Los árboles de cítricos pueden beneficiarse de las lluvias (siempre y cuando no sean huracanadas), si es que las lluvias caen al final de la primavera y durante el verano, porque la planta da frutos durante el otoño/invierno.

De cualquier forma, hay que preparar bien el huerto para evitar que lo sembrado se dañe por cualquier condición extrema. Por ejemplo, en los sitios con más horas de sol y con sembradíos frágiles, es necesario poner malla de sombra. O, por el contrario, dejar que las plantas estén bien expuestas a los rayos solares, como en el caso de las aliáceas, solanáceas, cucurbitáceas y en la siembra de parras.

Las lluvias más intensas y las heladas presentan un problema más serio que hay que atender de varias maneras, aunque la humedad es buena para un gran número de siembras, es necesario que, una vez pasada la lluvia, el terreno drene bien. Son muy pocos los cultivos que requieren de agua constante y ninguno requiere encharcamientos en un huerto doméstico.

En el campo abierto las lluvias fuertes y constantes, pueden dañar muchos frutos, por ejemplo, los duraznos, aguacates y tomates, por ejemplo, se “pican” o pudren.

En tu huerto en casa, así como en el campo, puede suceder que también las raíces de las plantas se pudran, que el suelo se quede sin nutrientes o que las lechugas naveguen en un lodazal y no haya forma de comerlas después. Por eso lo ideal es plantar siempre de forma adecuada. Si es en macetas o macetones, deben tener un drenaje adecuado. Si la siembra está sobre terreno, el suelo debe poder absorber la lluvia o tener canales para que el agua se vaya por ellos una vez saturada la zona donde está la planta.

Las heladas destruyen muchas plantaciones no resistentes, pero es posible proteger tanto los árboles y arbustos como las hortalizas. Una solución es envolverlos en bolsas de plástico o en telas cálidas, porosas y resistentes al clima (usualmente sintéticas). Otra más es poner lonas o construir tejados provisionales que cuiden a las plantas en lo que pasa el meteoro.

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