Los cítricos tienen una larga genealogía. Son plantas llenas de belleza y misterio. Es posible que hayan existido desde el Mioceno, hace 7 millones de años. Pero han sido los humanos quienes las han favorecido, cuidándolas y cultivándolas desde hace milenios. Los cítricos que hoy conocemos nacen de cinco especies ancestrales: el pomelo, el citrón, la mandarina, el kumquat y el Citrus micrantha, un antepasado del limón que consumimos ahora.
En el Oriente (medio y lejano) se explotaron las distintas variedades y durante el tiempo que la Península Ibérica estuvo bajo el califato, toda la región mediterránea se benefició de las plantas cítricas (Andalucía, en especial). Los árabes, precisamente, le dieron muchos de los usos que siguen teniendo hoy en día y dotaron a los frutos y las flores de los cítricos de una importante carga cultural. Así sucede con los azahares, flores del naranjo, asociados a lo femenino que se emplean, como en tiempos de los sultanes, para acompañar a las mujeres el día de su casamiento.
Las flores de los cítricos tienen un olor estimulante y fuerte, que le resulta irresistible a las abejas. En la tradición medio oriental se han empleado para hacer un preparado destilados puros, como el agua de azahares, ingrediente fundamental de postres y base para perfumes. Se emplea todavía para aliviar dolores menstruales y como refresco que mejora la digestión y da buen aliento. Las flores de azahar son también ansiolíticas.
México es un país en el que los cítricos se dan no sólo con facilidad sino también con exuberancia. Desde el norte hasta el sur, pasando por las costas, el suelo y el clima mexicanos pueden ser favorables para estas plantas.
En un jardín es recomendable sembrar dos o tres árboles pequeños y darles espacio para crecer. Según la región deberá elegirse la especie: las naranjas se dan mejor en climas húmedos y los limones pueden adaptarse bien a lugares un poco más secos. Siempre requerirán agua en cantidad suficiente, lo mismo que abono. Las plantas cuidadas son productivas desde muy jóvenes y pueden dar frutos comestibles cada año. También se adaptan a la vida en macetas (grandes, de preferencia de barro), así que pueden alegrar pasillos, aromatizar estancias y mejorar azoteas. Los frutos, las hojas y las flores tienen múltiples usos alimenticios y de salud.
Con la fruta se pueden hacer conservas que duren todo el año (hay unas extremas con limón) o preparaciones sutiles con naranjas o mandarinas; con las hojas, tisanas; con las flores, agua para beber o perfumar y tisanas calmantes. Cada cítrico tiene sus propios beneficios, si se consume de forma adecuada.
Una forma sencilla para procurarte felicidad está al alcance de tu mano: siembra un naranjo, cuida un pomelo, disfruta bajo la sombra de un limonero. Enriquecerás el entorno, le darás sustento a las abejas y tendrás mermeladas por meses.