La bioestimulación incluye diferentes técnicas utilizadas por los agrónomos y agricultores para inducir, promover o retardar procesos fisiológicos. Muchas de las investigaciones que se han hecho al respecto tienen que ver con microorganismos que degradan contaminantes y sustancias dañinas del suelo, sin embargo, en el caso de los cultivos su función es otra.
Al poder estimular los procesos biológicos, se dispone de nutrientes y se puede manipular de muchas formas la vida de las plantas. Para la agricultura convencional resulta importante porque ayuda a incrementar la tolerancia de los cultivos, facilita la asimilación de nutrientes, mejora el metabolismo de las plantas, eleva la producción de las cosechas, mejora la calidad del producto y aumenta la fertilidad del suelo.
El Consejo Europeo de la Industria del Bioestimulante (EBIC) promueve su aplicación para conseguir que la agricultura sea más sostenible, al tiempo que satisface la demanda agrícola ofreciendo seguridad a sus consumidores.
Científicos trabajando
En la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN), en Saltillo, Coahuila, estudian la bioestimulación de plantas a partir del yodo y el selenio. El investigador a cargo es el doctor Adalberto Benavides Mendoza, profesor del Departamento de Horticultura de la UAAAN y miembro nivel II del Sistema Nacional de Investigadores.
De acuerdo con el doctor, gracias a estas adiciones, las plantas pueden ser más tolerantes al estrés, crecer mejor y tener ventajas nutricionales como un aumento en su aporte de antioxidantes. Además, podría ahorrar recursos en la producción de frutas y verduras porque ofrecerán mayor resistencia a patógenos lo que genera un menor gasto en plaguicidas para los agricultores.
Por otro lado, un grupo interinstitucional de expertos de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), de la Universidad Autónoma de Zacatecas, del Colegio de Postgraduados (CP) y de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán de la UNAM, investigan el potencial de la bioestimulación con láser.
De acuerdo con sus estudios, la irradiación de baja intensidad puede mejorar el desarrollo, la resistencia y la calidad de los cultivos gracias a que logra un balance químico. Aseguran que aplicarlo en la industria aumentaría la producción y el rendimiento, además de que se convertiría en una herramienta más para afrontar el cambio climático y la búsqueda de seguridad alimentaria.
Actualmente, existen bioestimulantes de uso comercial que se diferencian de los fertilizantes por su origen y composición. Su uso aumenta por la seguridad que aparentan y porque se complementan efectivamente con productos fitosanitarios.