En las regiones áridas o semiáridas de México, que comprenden más del 50% del territorio, donde el agua es escasa y la agricultura enfrenta desafíos extremos, surgen soluciones que no sólo sorprenden, sino que transforman el panorama de la agricultura: aprovechar la niebla y el rocío como fuentes de agua alternativa.
Tecnología que devuelve vida al desierto
El agua presente en la atmósfera, como la niebla y el rocío, se convierte en un recurso vital gracias a la implementación de mallas recolectoras, estas estructuras condensan el agua del aire y la dirigen hacia sistemas de almacenamiento, los cuales posteriormente pueden utilizarse para cultivos específicos que requieren poca agua y están altamente adaptados a climas secos.
En estados como Baja California y Sonora, las tecnologías de captura de agua del aire están revitalizando terrenos donde parecía imposible cultivar. Combinadas con sistemas como la cosecha de agua de lluvia y el riego por goteo tecnificado, están reconstruyendo los ecosistemas agrícolas y la esperanza de miles de productores.
El renacer del suelo
El manejo eficiente de estas fuentes alternativas reduce la dependencia de los agricultores en acuíferos sobreexplotados, un problema crítico en zonas como el Altiplano de San Luis Potosí. Además, al disminuir la necesidad de sistemas de riego intensivo, se contribuye a evitar problemas como la salinización del suelo, uno de los principales efectos negativos de la desertificación.
La Secretaría de Agricultura, a través de la Comisión Nacional de las Zonas Áridas (CONAZA), ha impulsado proyectos para promover estas innovaciones. Estas iniciativas no solo abordan la escasez de agua, sino que también mejoran las condiciones de vida de los agricultores en regiones desérticas mediante cultivos adaptados y sistemas tecnológicos de bajo costo.
El aprovechamiento del agua invisible representa no solo un triunfo para la agricultura mexicana, sino un modelo replicable para otras regiones del mundo afectadas por el cambio climático. Este enfoque asegura la sostenibilidad de los cultivos, garantiza la seguridad alimentaria y redefine el futuro de la agricultura en zonas áridas.
FUENTES CONSULTADAS
Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria