Todos los años, el 22 de marzo, se conmemora el Día Mundial del Agua con el objetivo de resaltar la importancia del agua dulce y procurar que se administre de forma sostenible. Cada año se destaca un aspecto particular y en 2019 es “No dejar a nadie atrás”.
Este esfuerzo por cuidar el agua obedece a la Agenda 2030 para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), específicamente el ODS 6, que busca garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua para todos.
A nivel global, un tercio de la población no utiliza servicios de agua potable de forma segura, según la directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay. Además, cifras de la OMS y UNICEF, indican que 2,100 millones de personas no tienen acceso a agua potable, es decir, afecta a 40% de los habitantes del planeta.
En México, 25% de la población carece totalmente del acceso al agua potable en sus casas, de acuerdo con el INEGI.
Agua para el campo
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) indica que 70% del agua dulce para consumo utilizada en el mundo se destina a la producción agropecuaria. Esto se debe a que todos los cultivos requieren agua para su crecimiento, no obstante, la cantidad destinada a esta actividad depende del tipo de cultivo que sea, la tecnología con la que se produce y las condiciones climáticas locales. Esto puede sonar a poco si se piensa en un huerto urbano, pero cuando se lleva a grande escala son hectáreas las que dependen de este recurso y puede terminar reduciendo drásticamente si no es utilizado de una manera óptima.
En México al problema de la disponibilidad del agua se suma la explotación excesiva del recurso, lo cual ha traído consecuencias afectando el rendimiento del campo y por consecuencia la cantidad de alimento que se produce en nuestro país.
Tecnificar los sistemas de riego, llevar a cabo prácticas como el riego por goteo o por gravedad y otras tecnologías que ayuden a hacer un uso eficiente del agua, son retos que enfrentan los agricultores mexicanos para hacer rentable y productiva la actividad con un mínimo impacto ambiental.
Condiciones para mejorar la calidad de vida
La Asamblea General de la ONU reconoció en 2010 que el derecho al agua potable es un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida.
El objetivo de que el agua llegue a las poblaciones más vulnerables es de gran importancia, sobre todo con las condiciones del clima que actualmente persisten como la degradación ambiental, crecimiento demográfico y aumento de la urbanización.
El agua es un elemento esencial, su papel es fundamental en la reducción de la pobreza, el crecimiento económico y la sostenibilidad ambiental. Además, incide en las oportunidades de alcanzar la seguridad alimentaria y la salud humana.
De acuerdo con la ONU el agua potable es el “servicio de abastecimiento de agua potable gestionado de manera segura, es decir, agua a la que se puede acceder en las viviendas, cuando se necesita y que no está contaminada”.
Fuente: ONU