De acuerdo con La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) la agroecología regional es un conjunto de técnicas que permite la unión de la ciencia las prácticas sostenibles y la promoción de la justicia social.
Se centra en la investigación de la interacción de diferentes componentes del agroecosistema, las cuales deben ser resultado de un sistema sostenible que, al mismo tiempo, sea capaz de promover la identidad y la cultura de las zonas rurales para darles viabilidad económica sin perder sus tradiciones.
Es por eso que, según el organismo de la ONU, los agricultores familiares son quienes tienen las herramientas necesarias para realizar estas prácticas. El conocimiento que poseen los hace actores clave capaces de conectar su sabiduría con la investigación científica, obteniendo soluciones regionales que son resistentes a los cambios de clima.
El caso de Trinidad
La granja Rocrops establecida en 1990 en Trinidad y Tobago se unió a estas prácticas. Para conseguirlo tuvo que cumplir con regulaciones que incluían la tenencia de la tierra y la inversión en infraestructura para construir espacios de almacenamiento de poscosecha, estanques de almacenamiento de agua y un sistema de micro riego.
El objetivo fue rehabilitar el suelo arcilloso para la producción hortícola y agrícola. Para conseguirlo utilizaron técnicas de:
- Piedra caliza y labranza
- Micro riego y reciclaje de agua
- Ferti-irrigación
De esta forma consiguieron que de 1990 a 2016 cambiara la producción de caña de azúcar a una amplia gama de verduras, hierbas, especias, cítricos y frutas tropicales.
Producción que cuida a la tierra
La agroecología usa conceptos y principios ecológicos para diseñar y gestionar la producción de alimentos de forma sostenible. Por eso, pone especial atención en la relación entre los animales, las plantas, los seres humanos y el medio ambiente para proponer soluciones que aprovechen y conserven la biodiversidad.
Al adaptarse a las condiciones específicas de cada contexto ofrece alimentos nutritivos que respetan las tradiciones y el conocimiento de las regiones, pero que suman las recomendaciones de los investigadores para mejorar el acceso y uso de los recursos naturales. De esta forma la producción se convierte en un proceso en armonía con la naturaleza y las sociedades.
Por otro lado, los países que las aplican aumentan su producción de alimentos al tiempo que protegen el ambiente y promueven la inclusión social. Gracias a esto, crea vínculos en las economías locales que ayudan a mejorar la calidad de vida de los agricultores y bajar los índices de pobreza y hambre en el campo.
Además, garantiza la creación de un sistema agrícola que pueda hacer frente al futuro, incluyendo los cambios climáticos y las demandas de alimentos de una población en crecimiento.
Fuente: FAO