En el mundo dos de cada 10 personas viven bajo la amenaza de la falta de alimentos. Una de cada 10 padecen hambre. Los datos internacionales estiman que el número de personas en esta situación ha aumentado paulatinamente. El retroceso se atribuye, en especial, a los desastres climáticos y naturales.
Alrededor del 17.2% de la población mundial –1,300 millones de personas— han experimentado niveles moderados de inseguridad alimentaria. Esto significa que no tienen acceso regular a alimentos nutritivos y suficientes, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU). “Cuando no necesariamente padezcan hambre, se encuentran en mayor riesgo de padecer varias formas de malnutrición y mala salud”, explica el organismo.
“Si se combinan los niveles moderado y grave de inseguridad alimentaria, la estimación asciende al 26.4% de la población mundial o a un total de alrededor de 2,000 millones de personas”, señala la ONU.
Aunque dos tercios de las personas que padecen hambre aguda se encuentran en ocho países —Afganistán, Etiopía, Nigeria, República Democrática del Congo, Sudán del Sur, Sudán, Siria y Yemen—, las acciones recomendadas para frenar esa problemática apuntan a que en todas las regiones del planeta se mejoren los procesos de producción de alimentos.
Los paquetes tecnológicos agrícolas, el mejoramiento de semillas y el uso de herramientas digitales se han presentado como los pilares de la llamada Agricultura 4.0 para mejorar los procesos agrícolas y hacer frente a las necesidades alimentarias.
En países como México, el desarrollo de semillas mejoradas ha permitido que el país cubra sus necesidades de consumo interno con productos de la alimentación básica del mexicano como el maíz. El país produce 28.5 millones de toneladas de ese cereal al año, cantidad suficiente para el consumo humano, según datos del Consejo Nacional Agropecuario (CNA).
Las semillas mejoradas permiten cosechar más alimentos en menos extensión de terreno y ser más eficiente con los recursos utilizados en los campos. Sin embargo, este tipo de grano debe acompañarse con un paquete tecnológico adecuado que especifique la cantidad precisa de agroquímicos que el productor necesita para obtener el máximo rendimiento de su cosecha. Eso implica capacitación a los agricultores e incluso el uso de herramientas como drones y aplicaciones móviles que les permitan anticiparse a las condiciones climáticas y de prevención de plagas por medio de imágenes satelitales. En México, dicha información está disponible a través del reporte “agrometeorológico” diario del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP).
Referencias