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Agricultores, los guardianes de la agrodiversidad

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En 1989, la Conferencia de la FAO reconoció oficialmente el papel clave jugado por los agricultores y las comunidades locales e indígenas en la creación del patrimonio mundial de recursos fitogenéticos que constituye el fundamento de la agricultura y la alimentación de la humanidad. Desde entonces ha pedido a la comunidad internacional proteger sus derechos.

Hace 25 años la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) decidió que ya era hora de reconocer la contribución que innumerables generaciones de agricultores en todo el mundo han hecho para conservar, mejorar y facilitar los recursos fitogenéticos que fundamentan nuestra alimentación y agricultura.

Desde entonces –y en particular a partir del 2001- ha fomentado entre la comunidad internacional la adopción del Tratado Internacional sobre Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura, que reconoce los derechos de los agricultores y enumera posibles medidas para protegerlos.

Este Tratado es un reconocimiento al papel clave jugado por las comunidades locales e indígenas que han guiado la evolución de los recursos fitogenéticos, asegurando la conservación de la diversidad y su incremento con el paso del tiempo, sobre todo de los centros de origen y diversidad de las plantas cultivadas. ¿Cómo? A través de sus conocimientos tradicionales que los agricultores de hoy, la comunidad científica y los fitomejoradores profesionales utilizan para adaptar los cultivos a las necesidades de la sociedad.

Los recursos fitogenéticos son, en definición de la FAO, “la base biológica de la seguridad alimentaria que, directa o indirectamente, sostienen los medios de subsistencia de todos los habitantes de la Tierra”. Se trata de la diversidad de semillas y materiales que se utilizan para la siembra de variedades tradicionales y cultivos modernos, a partir de variedades silvestres afines a estos cultivos y de otras especies de plantas silvestres.

Estos recursos se utilizan para la alimentación humana y animal, y para fibras, vestimenta, vivienda y energía. Por consecuencia, la conservación y uso sostenible de los mismos “son necesarios para garantizar la producción agrícola y satisfacer los crecientes desafíos ambientales y el cambio climático”.

Si los recursos fitogenéticos se pierden, la seguridad alimentaria mundial estaría gravemente amenazada. De ahí el interés de mantener el acceso continuo a estos recursos que se han domesticado en otras partes y desarrollado en otros países y regiones, para garantizar una distribución justa y equitativa de los beneficios que produce su utilización.

La FAO asiste a los países miembros del Tratado con el desarrollo de políticas enfocado a la conservación y uso sostenible de los recursos, lo que incluye sistemas de semillas que aumenten la producción de cultivos y logre la seguridad alimentaria. También financia proyectos y programas de agricultores en países de desarrollo que conservan y utilizan de forma sostenible los recursos fitogenéticos.

Agricultores, los guardianes de la agrodiversidad

De tal forma, los derechos derivados de la contribución pasada, presente y futura de los agricultores son los siguientes:

 

1. A ser reconocidos como personas que han ayudado a la conservación y a la mejora de los recursos agrícolas para la alimentación.

2. A tener derecho a producir alimentos.

3. A tener derecho a una agricultura sostenible.

4. A ser compensados y reconocidos por su trabajo en el combate a la seguridad alimentaria.

5. A ser tratados con respeto, dignidad y equidad.

6. A ser respetados por sus creencias religiosas y culturales.

7. A tener acceso a las nuevas tecnologías.

8. A contar con información accesible, verídica y comprensible de organismos públicos y privados.

9. A preservar y enriquecer sus conocimientos y todos los elementos que constituyan su cultura e identidad.

10. A recibir educación básica.

11. A generar y difundir información sobre su experiencia en el campo.

12. A una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad.

13. A tener protección de la salud.

14. A la protección de su conocimiento tradicional para la conservación y uso de las semillas.

15. Derecho a la disposición y saneamiento de agua.

16. A no ser molestado ni a él, ni a su familia por su vocación y trabajo.

17. Derecho a conservar, utilizar, intercambiar y material de siembra o propagación conservado en las fincas, de conformidad con la legislación de cada país.

18. A derecho a participar en los beneficios obtenidos de la utilización de recursos filogenéticos para la alimentación y la agricultura.

19. A la manifestación de sus ideas.

20. A un medio ambiente sano para su desarrollo y bienestar.

 

 

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