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5 grandes soluciones ‘latinas’ para alimentar a sus metrópolis

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Las granjas urbanas ya son una solución adoptada por muchos gobiernos para lidiar con el problema de producción y distribución de alimentos, sin embargo, la infraestructura que requieren es muy costosa. América Latina es una de las regiones que más migración urbana ha experimentado en las últimas décadas, por ello, recurrir a la agricultura urbana y periurbana (AUP) no es una opción, es una necesidad, a pesar de su costo.

Como consecuencia, el impulso de Asociaciones Públicas-Privadas para desarrollar granjas urbanas es parte de los planes de gobierno de varios países latinoamericanos. Tal es el caso de proyectos en ciudades como Bogotá (Colombia), el Alto (Bolivia), la Habana (Cuba), Managua (Nicaragua) y Tegucigalpa (Honduras), todos ellos con muy buenos resultados.

Alimentos para todos

En Bogotá comenzaron a trabajar en 2004 a nivel doméstico y comunitario con el fin de luchar contra el hambre y la pobreza de grupos vulnerables. Los entes públicos y privados crearon soluciones debido a los altos índices de pobreza extrema e indigencia que sufrían los colombianos. Fue así como surgió el programa Bogotá sin Hambre.

Una de las propuestas de este programa fue el proyecto Agricultura Urbana liderado por el Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis. Este lugar abrió un espacio para la investigación sobre el potencial alimenticio y medicinal de algunas especies andinas, ahí desarrollaron conocimientos técnicos de agricultura en terrazas y zonas blandas de la ciudad. De esta forma, con el eje social del programa capacitaron a 1,600 personas, les dieron educación nutricional y crearon comedores comunitarios. 

Asociaciones virtuosas

La mayoría de los huertos que antes se veían en el altiplano boliviano desaparecieron, pero en el caso de la región de El Alto ––la segunda ciudad más grande Bolivia–– el efecto fue el contrario y comenzaron a proliferar huertos en los barrios. El resultado es que hoy no ya no saben cuántos huertos urbanos existen.

Los bolivianos se acercaron a las instituciones locales para que los apoyaran en este proyecto. El gobierno de la ciudad tomó la decisión de involucrarse y liberó recursos económicos y tecnológicos que fueron aplicados en micro-huertas, además, entre la sociedad civil y el gobierno de la ciudad impulsaron una propuesta colaborativa que incluía la capacitación en tecnología para producir hortalizas y el proceso de toma de conciencia para mejorar la alimentación.

También incluyeron la creación de tiendas comunitarias de semilla para perder la costumbre de la donación, y de “verdurita”, una comercializadora familiar que trajo como resultado la creación de microempresas.

5 grandes soluciones ‘latinas’ para alimentar a sus metrópolis

Creatividad ecológica

Los pobladores de la Habana encontraron en la AUP la oportunidad de desarrollar tecnologías para trabajar con principios orgánicos y sostenibles, al grado que en 1987 aportaron al mundo la creación de los organopónicos. Este sistema de cultivo ecológico utiliza paredes de hormigón rellenas de tierra que son regadas por goteo y que permiten cosechar en áreas en donde el suelo no es adecuado para la producción de alimento.    

También desarrollaron sistemas de cultivo semiprotegido, abonos orgánicos, sistemas para el manejo de agua, fincas sostenibles con energías renovables, secadores solares, producción de insectos para beneficio local y técnicas de manejo agroecológico de plantas.

Innovar con un ‘botecito’

En el caso de la ciudad de Managua, uno de los principales problemas que identificaron fue el riego, pues la ciudad no cuenta con corrientes superficiales permanentes. Por esta razón, implementaron la irrigación de hortalizas basada en la captación y almacenamiento de agua de lluvia.

Los encargados del programa hicieron inspecciones técnicas para valorar espacios de diez metros cuadrados con el fin de instalar áreas de captación con tanques de almacenamiento. Sin embargo, esta capacidad no era suficiente para la demanda hídrica durante el período seco, por ello, implementaron el sistema de ‘bote-riego’ utilizando botellas de plástico de refresco.

Siembra con mano de mujer

El proyecto fue pensado para la financiación comunitaria, pero la sorpresa llegó cuando se dieron cuenta que fue liderado sólo por mujeres. Las familias participantes fueron representadas por mujeres de entre 20 y 39 años que recibieron insumos para establecer huertos familiares. Asimismo, adoptaron la iniciativa Cajas Urbanas, según la cual los socios debían reponer 50% del valor de los insumos para un fondo inicial.

En este sistema, los integrantes de las Cajas son responsables de multiplicar el capital, actualmente, a través de relaciones de confianza y solidaridad ofrecen servicios financieros, mientras que los huertos son fuente de alimentos sanos en las casas de quienes no cuentan con suficiente ingreso económico para llevar una dieta balanceada.

Estos ejemplos de soluciones en ciudades de América Latina muestran cómo la agricultura urbana, de la mano de la tecnología, traen grandes beneficios para los miembros de las comunidades en las que se practican.

 

Con información de la FAO

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