No cabe duda que lo más cercano a un CEO es ser agricultor. Para entender lo que vive cada uno de estos personajes se necesita saber que, por ejemplo, a los ejecutivos les quita el sueño las tensiones económicas, la paridad cambiaria y sus bajas ventas. Pero para quien trabaja la tierra hay por lo menos 23 factores que mantienen su alma en vilo.
Esto representa el triple del número de circunstancias con las que lidia un hombre de negocios y que, como comenta Macario Serrano, agricultor de Mixquiahuala, Hidalgo, no tienen que ver precisamente con la mujer o la bebida.
Macario es la tercera generación de su familia que se dedica a la agricultura. Después de estudiar una ingeniería y trabajar para el mundo corporativo, regresó al campo por petición de su padre con el objetivo de reducir los riesgos, pues seguían trabajando con la misma técnica ancestral que les había enseñado su abuelo.
La primera tarea que puso en marcha fue transferir a la familia los beneficios de la tecnología; obligar a que la producción fuera para la comercialización formal y no para consumo propio, y lo más complicado, contratar a personas que mínimo supieran leer o escribir “porque en las tareas hay manejo de pesticidas y se requiere que sepan cuánto es un litro de un líquido o un kilo de cualquier sustancia”.
Y ahí comienzan los dolores de cabeza para este agricultor. De acuerdo con el Censo Nacional de Agricultura, elaborado por el INEGI, el 25 % de los campesinos en el país habla sólo su dialecto, el 50 % no cuenta con una educación formal y 65 % de los agricultores tiene más de 45 años, con todo lo que eso implica.
A esto hay que sumarle las emergencias climáticas, la variación en los costos de los insumos importados, las alzas en el precio de los combustibles y hasta las variaciones en el tipo de cambio. Consultores como Sophia Murphy, del Programa de Comercio y Gobernanza Mundial del Instituto de Política Agrícola y Comercial (IATP), agregan riesgos políticos, ya que la mayoría de los agricultores están sujetos a una injerencia gubernamental relativamente fuerte en su sector, lo que no es sorprendente ya que todo el mundo tiene algún interés en la agricultura.
Ante los riesgos que enfrentan los agricultores, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) metió mano en el asunto y junto con la Fundación Gates ofrece seguros para los productores más pequeños. Los riesgos asegurados incluyen la mala cosecha y la muerte de un familiar cercano, lo cual ha tenido éxito en Bolivia, país piloto que inició con este proyecto.
¿Y cuáles son los 23 temas que en concreto le quitan el sueño a un agricultor? Lo puedes ver en la infografía