Un fungicida es una sustancia química que se aplica para evitar las enfermedades de plantas, animales o humanas causadas por hongos y mohos.
Los hongos han existido en la Tierra durante cientos de millones de años y han convivido con el hombre a lo largo de su historia. Existen aproximadamente 2 millones de especies diferentes que viven al aire libre, en el suelo y hasta en la piel.
En el llamado “Reino Fungi” —palabra en latín que significa hongos— hay algunos sumamente patógenos para flora y fauna, así como también hay otros totalmente benéficos.
Los que no son tan bondadosos provocan afectaciones y ponen en riesgo a otros organismos.
En el caso de un fungicida para planta, el agricultor deberá identificar de manera clara la causa de los daños a sus campos. Así evitará confundir una enfermedad fúngica con la presencia de insectos, pues aunque insecticidas y fungicidas combaten plagas, su mecanismo de acción es completamente distinto. Tampoco deben confundirse con los herbicidas diseñados para controlar malas hierbas.
Los hongos no son plantas ni animales. Son seres vivos multicelulares que absorben nutrientes de otros organismos y actúan como descomponedores. Los más comunes son los mohos, las levaduras y las setas. Son omnipresentes en la naturaleza y vitales para el reciclaje de nutrientes contenidos en la materia orgánica.
La estructura de la célula fúngica es similar a la vegetal, pero su diferencia radica en que la pared celular de las esporas es rica en quinina, una biomolécula que no realiza fotosíntesis y no le permite producir su propia comida. Se alimentan por absorción. Realizan procesos de putrefacción y el producto resultante de esa descomposición es lo que comen.
La formulación es la forma como se presenta el fungicida para su uso práctico. En muy pocos casos se utiliza pura, en general son la mezcla de varias sustancias que tienen una función determinada.
La primera es el ingrediente activo, es decir la sustancia responsable del efecto biológico. La segunda es el ingrediente aditivo o coadyuvante, sustancia que se adiciona para mejorar su eficacia aunque no tiene acción plaguicida por sí misma.
La composición química de los fungicidas varía dependiendo del hongo al que está atacando, pues de éste depende el ingrediente activo. Por otro lado, el aditivo depende de la acción que va a realizar, por ejemplo, que forme una película en las hojas para evitar la evaporación, mejorar el cubrimiento de la aspersión, facilitar el contacto, etcétera.
Tipos de fungicidas
Los fungicidas agrícolas protegen los sembradíos y minimizan los daños provocados por las esporas. Mejoran el desarrollo, pues al detener la enfermedad en las hojas, se realiza la fotosíntesis con calidad y se garantiza una mejor producción.
La clasificación de los fungicidas puede ir en función de su campo de aplicación (en semillas, suelo, hojas), su composición química o bien su campo de acción:
- De contacto: Actúan de forma superficial y no son absorbidos, por lo tanto ayudan a evitar afectaciones en las hojas y en los frutos.
- Sistémicos: Llegan al interior a través del sistema radicular o raíces, tallos y hojas, por lo que disminuye la posibilidad de que el hongo se desarrolle.
Fungicidas orgánicos
El cobre, los aceites y los bicarbonatos están entre los productos orgánicos más utilizados; por lo general, requieren aplicaciones más frecuentes que los productos sintéticos.
La Sal de Cobre es un fungicida biológico que actúa de manera preventiva y curativa contra enfermedades como el mildiu, repilo, antracnosis. Se puede aplicar en plantas ornamentales del jardín y cultivos del huerto.
El azufre es considerado el insumo antifungi más antiguo. Se ha utilizado por más de 2 mil años. Los griegos ya lo usaban contra la roya, un parásito que afecta los cultivos de cereales como el trigo. El sulfato de cobre (también llamado piedra azul) mezclado con cal se conoce como la Mezcla de Burdeos que, desde hace 150 años, se utiliza para árboles frutales, verduras y especies ornamentales.
Los aceites son utilizados para controlar insectos y para minimizar la propagación de virus o esporas que éstos transmiten. Los bicarbonatos de sodio, potasio o amonio se utilizan desde 1933 para la protección de cultivo. Se aplican solos, sin mezclarse con otros productos. Salvo el bicarbonato de sodio, los otros proporcionan nitrógeno y potasio, que son nutrientes fundamentales para las hortalizas.
Algunos agricultores prefieren productos que sean amigables con el medio ambiente. Otros solo quieren usar algo que funcione, estos tipos de fungicidas orgánicos pueden satisfacer ambas necesidades. Sin embargo, el uso incorrecto de cualquiera tendrá un resultado negativo.
Fungicida natural
Los productos vegetales naturales son fuentes importantes de antifúngicos de baja toxicidad para los mamíferos y seguros para el medio ambiente que pueden servir como sustitutos de productos sintéticos. Incluso el control biológico usando microorganismos marinos se ha presentado como una alternativa fitosanitaria agrícola, es decir, un fungicida natural para plantas.
Luis Guillermo Hernández Montiel, en su estudio “Potencial antagónico de bacterias y levaduras marinas para el control de hongos fitopatógenos”, explica que la microflora oceánica puede ser una opción para la selección de nuevos agentes antagonistas a los microorganismos fúngicos que dañan los cultivos.
Sistémicos
Es un producto diseñado para proteger desde el interior. Una vez que el ingrediente activo es absorbido, se repartirá por tallos, hojas y raíces como una especie de exterminador que impedirá que el patógeno se instale. Debe aplicarse ante los primeros síntomas de enfermedad o cuando se observe que las condiciones del medio ambiente —como la humedad— favorecen el desarrollo de células fúngicas.
Enfermedades fúngicas en plantas
Los hongos microscópicos son enemigos al acecho de los sembradíos. Se desarrollan en climas húmedos y son capaces de instalarse en semillas, en raíces e incluso en las frutas que se almacenan previo a ser comercializadas, algunas de las más comunes son:
- Roya. Cuando en la hoja aparecen motas marchitas, significa que el Hemileia vastatrix comenzó a acumularse en esos manchones amarillentos y descoloridos. Es una enfermedad foliar que rara vez llega a ser devastadora. Puede aparecer en cualquier cultivo con follaje, pero incluso puede alojarse en los cactus. En los sembradíos de café ha sido una plaga especialmente devastadora.
- Oídio. Cuando la hoja se ve cubierta de un polvo blanco significa que el Uncinula necator logró instalarse en la superficie vegetal. Aparece en épocas con temperaturas suaves y alto índice de humedad.
- Mildiu. Los síntomas son también emblanquecimiento con una especie de polvillo. La diferencia es que el oídio es un hongo externo que no penetra la hoja, en tanto que el mildiu penetra el tejido vegetal. Podría describirse como un parásito que se desarrolla en el interior de hojas, tallos y frutos. Es frecuente que ataque viñedos.
Uso de fungicidas
Pueden usarse de manera eficiente y segura cuando se ha diagnosticado correctamente el problema que presenta la plantación, de modo que podrá elegirse el producto y la frecuencia de uso.
El uso de un fungicida también depende del tipo de cultivo. Por ejemplo la roya en los cafetales ocasionada por el hongo Hemileia vastatrix es una de las enfermedades más comunes y distribuidas a nivel mundial.
Para la aplicación de fungicidas que lo traten, los agricultores deben tener en cuenta el daño que se presenta tanto en la planta en general como en el número de hojas y si se presenta defoliación. También debe considerarse la etapa fenológica en la que está el cultivo, es decir, el número de hojas que tiene, la etapa en la que se encuentra la floración o el fruto.
Después debe preguntarse cuándo aplicarlo. En este caso las acciones de manejo agronómico serán ejecutadas mediante fungicidas de contacto en áreas focalizadas antes del periodo de lluvias.
El número de aplicaciones depende directamente de la afectación en la que se encuentra. Para la aplicación de productos preventivos, por ejemplo el oxicloruro de cobre, se deben realizar cuando exista el 40% de hojas desarrolladas y se encuentren aclaramientos o decoloraciones. Además debe considerarse no aplicar en temperaturas altas o humedad baja.
La forma en cómo aplicar fungicidas también dependerá del tipo del que se trate. Las etiquetas proporcionan información sobre el uso recomendado, los ingredientes, el modo de acción y la formulación del producto. El agricultor debe asegurarse de seguir las instrucciones respecto a la cantidad recomendada, así como el equipo adecuado para realizar la aspersión.
Impacto en la salud y en el ambiente
El Departamento de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) considera que los efectos potenciales para los humanos varían según el tipo de producto y el tipo de exposición. “Las epidemias más trágicas por fungicidas han ocurrido mediante el consumo de semillas de granos que fueron tratadas con mercurio orgánico o hexaclorobenceno”, explica el documento sobre el tema publicado por la agencia.
Subraya que en la actualidad es improbable que los productos utilizados para controlar micropatógenos sean peligrosos para el ser humano, ya que se absorben de manera ineficaz en el tejido animal. A esto se suma que muchos productos se formulan como polvos o gránulos y deben disolverse en agua por lo que llegan degradados al agricultor y, en consecuencia, los efectos de los fungicidas en la salud humana son prácticamente imposibles.
Respecto a los agricultores, que podrían estar en mayor riesgo por manipularlos, la EPA explica que se deben extremar las medidas de seguridad y siempre seguir las recomendaciones técnicas de los fabricantes. Ante cualquier riesgo de ingestión, deben acudir a los servicios de emergencia, pues pueden provocar irritación en la piel y en las membranas mucosas.
Como en todos los plaguicidas, existen fungicidas con impacto ambiental, pero esto depende del nivel de toxicidad. Además, existen formas en las que se pueden mover de la zona en la que se aplican, por ejemplo, con la lluvia, la irrigación, los fuertes vientos o siendo alimento de ganado.
De ahí que sea de vital importancia utilizar semillas resistentes a las enfermedades que reduzcan la necesidad de la aplicación de fungicidas. Si bien seguirán siendo necesarios para controlar esta plaga, proteger los cultivos desde el inicio será un paso más para alcanzar la sostenibilidad en la producción de alimentos.
REFERENCIAS
Fungicides and How to Use Them Effectively (Iowa State University) https://hortnews.extension.iastate.edu/2018/07/fungicides-and-how-use-them-effectively
EPA https://espanol.epa.gov/sites/production-es/files/2015-09/documents/spch15.pdf